J'AIME TES MAINS
Amo tus manos morenas
extensión de tus brazos de acema y miel tibios y suaves, de finos vellos
manos que enseñan a dar y recibir
manos que hacen jaulas sin puertas,
rescatan juguetes y relojes muertos
que vuelven con brío a dar las horas
y lámparas que nunca se apagan.
manos que se juntan y todo lo reviven.
manos nacidas para tomar en vilo mi corazón.
La primera vez que vi tus manos,
de ellas emanaba un perfume que sólo los Dioses destilan
manos que lucieron hermosos anillos en antiguas fiestas
tus manos, que se confunden entre las flores cuando estás en el jardín
que señalan la llanura
y me eligen como su huésped
para las caricias
tus manos que vienen de lejos
y son hijas de las manos
de aquél viejo rudo y serrano
y una Maestra de ojos de esmeralda
tus manos que en silencio trabajan
para crear un milagro
reviven y visten desahuciadas muñecas
tus manos que alimentan a los pájaros y los gatos
y ayudan al ciego
a atravesar el puente
suben en la noche, cuando oran
como la marea azotada por el viento
¡Señor, déjame sus manos!
las manos que custodian el fuego
de la fiel chimenea
las manos que tejen y cosen
las que hicieron los espejos
donde nos miramos los seres que ama
las manos de aquella muchacha
que hacía el pan en la navidad
las manos de las que salían
pájaros que surgían de su Alma
y como de una aljaba inagotable
reparten la miel y el alimento de todos
la manos de aquella adolescente
que encadenaba con una ajorca sus pies
las manos que han derribado los muros
y señalado nuestro destino
las que encienden la lámpara en el bosque y vigilan el faro
hermosas arañas que siembran
la poesía de toda la casa
y encienden el incienso que todo lo invade
las manos que vinieron del mar
a internarse en el bosque
las que sacan el agua del pozo
esas hostias cotidianas
que tanto me han abrigado
cuando arrecia el invierno
y tirita la cabaña
en la noche profunda
las manos que nos dan la medicina
las reinas del festín
las primeras en tocar el cuerpo de nuestros hijos
las que después de la mudanza
dieron vida a las casas de ayer
las que siembran esas lindas flores
y señalan la ley y lo justo
las que firmaron nuestra unión
y han blindado lo logrado en la lucha
amo tus manos que han hecho
esta hermosa cobija de retazos con aquellos vestidos antiguos
las que hicieron mi almohada
con la falda de seda de aquella tarde
en que temprano te amé
tus manos que no cesan de aprender
tus manos fuertes, bellas y generosas
¡Señor, que no las ofenda el dolor!
son ellas la corola más bella
de nuestro corazón
déjalas ir conmigo
al fondo de nuestro destino
déjalas cruzar conmigo
el ignoto río de la vida
déjalas ir con las mías
a cruzar la pradera
cuando acabe esta guerra
déjalas, Señor,
compartir el vino de la victoria
!Sopla, Señor, con tu aliento,
para que estén más vivas cada día!
que vuelen y recorran mi cuerpo
hasta que el deseo se agote
Ellas han sido febriles y fuertes
y no quieren pararse
como a esta edad las de su padre
jamás se detuvieron
¡Gracias Señor, por su belleza, su cuerpo y sus manos!
han tocado lo bello, lo feo, lo barato, lo caro, lo fuerte y lo débil
han peinado a la hija y la nieta
para que resalten sus rostros y su cabeza perfecta
las que desde la corona a los hombros
han peinado a su madre
como haciendo una campana
son las manos más hermosas del mundo
hoy he visto una leve grieta en ellas
las fuertes vigas que sostienen la casa.
GABRIEL MANTILLA CHAPARRO.
Valle de Santa Rosa, Guarida del Unicornio.
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Autor:
Gabriel Mantilla Chaparro (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 22 de diciembre de 2019 a las 13:16
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema es un homenaje a las manos de mi esposa, Nancy Margarita, pero extensivo a todas las mujeres cuyas manos han crecido en medio del desvelo, el esfuerzo, el sueño, la esperanza y compartido el pan y el significado del verdadero amor.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 24
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