Melancolía De Verano

Isabella Serrano

Dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, pero yo siempre supe que tú eras la estrella más brillante del universo. Tus suaves labios se deslizan sobre mi cuerpo, confirmando mi retorcida teoría. Amas con tanta pureza, que es complicado no amarte en medio de la inevitable tragedia. Tu cabello se desordena conforme el desespero incrementa y mientras más digo que te amo, con más afán buscas mis labios.

Eres tan hermoso como el roció en verano, repleto de una inseguridad que se resbala entre tus manos. Parece que no comprendes cuanto te amo, y como haces que cada día me derrita un poco más en tus brazos.

Escribo esto para ti, para que tengas una pequeña idea de todo el desastre que causas en mí.

No eres consciente del impacto que tienes, ni qué es lo que te convierte en el hombre más hermoso del planeta. Deseos oscuros azotan mi mente en esos instantes donde intento parecer inalcanzable, tu tientas al destino cada tanto, intentando convertir desiertos en mares.

Contemplo cada lunar que reposa sobre tu cuerpo y juegas con mi cabello. Estamos tentados por el deseo, a hacerlo de nuevo. Dicen que si juegas con fuego puedes quemarte, pero estamos tan sumergidos en este desastre, que intentamos convertirnos en los dueños de las llamas que nos consumen a cada instante.

Vacilas con ser el peor de los pianistas mientras tus dedos se deslizan con destreza por los botones de mi camisa. Intentas convencerme de que sea una buena artista sin dejar de lado, aquella chispa de niña con sueños rotos que camina en medio de una llovizna.

Tu mirada está repleta de condescendencia y yo me inclino sobre tu cabeza para impedir que te desvanezcas, intento convencerte de que te quedes en mi lado, cantando y bailando.

Reprochas que tenga a varios pretendientes esperándome en la puerta y yo hecha una fiera, escupo fuego sobre cada una de tus demás insolencias.

Alzamos la voz con nuestros discursos acalorados, que lo único que logran, es enfadarnos. Me detengo sobre la puerta admirando tu belleza, y aun estando molesta, eres la pieza central dentro de mi cabeza.

Recoges tu ropa despacio, tienes en cuenta el retraso. Parece que en verdad no quieres marcharte y yo hago todo lo posible para quedarme.

No quiero que te marches, miro con desdén cada espacio en el que caminaste. Llena de desesperación y desolación, dejo que te desvanezcas con el sonido del tic tac del reloj.

Completamente vacía, me dejo caer sobre una silla, observando con melancolía, el desastre que armamos en medio de una fugaz bienvenida.

  • Autor: Isabella Serrano (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de diciembre de 2019 a las 00:13
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 14
  • Usuario favorito de este poema: Lualpri.
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