*** Un beso largo, profundo *** - Poema - - Autor: Antero - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto - - Grabado -

Hugo Emilio Ocanto



Cuan poco y tanto en una vida que suspira:

Con su sonrisa detenida en sus dulces labios

seduce mis pensamientos y los aglutina

en ellos: la confluencia de todos mis deseos.

Nada me pide su voz, pero todo se entrega

a su mirada enamorada: mi corazón prendido

de ese hilo dorado: sus destellos: cuanto ata

y me atrapa: su fuerza indivisible: su poderío.

Soy vida, que, con las pinzas de sus pestañas

se fija al filamento de un hilo dorado: el suyo

y se calienta al sol que desprende su mirada

y que, a través de ella, en lo más profundo

de sus ojos, haya la razón de su existencia

como haya el camino perdido el arrepentido.

 

Cuan poco necesita el que camina sediento:

perlas de rocío detenidas en su dulce boca:

semblanza de impaciencia abocada al delirio:

los deseos resecos por fantasías y quimeras:

soñar un solo destino: uno rojo aterciopelado:

risueño como una invitación a la vida eterna.

Y de perecer solo en las interminables arenas:

árido desierto sin horizonte: sólo espejismo,

que fuera en una cálida noche: tan estrellada

como tupida son las trenzas de sus cabellos.

Sólo así, si se diera, mi existencia silenciada:

cuerpo de viento y alma de luz sin resplandor,

podrá encontrar la senda que me lleve a Ella

porque Ella es la luz, es mi voz, es el amor.

 

Porque además sé, que…

 

-Es la luz que se refleja en cuanto alcanzo

-Es mi voz porque la suya es mi semblanza

-Es el amor que inunda y riega mi universo.

 

Es además de todo eso y más que todo esto:

 

-Es la cabaña en la falda de la montaña

-El río que me dice que nada está perdido

-El recodo del camino donde me espera

-La espiga que augura pan para el mañana.

Y del brocal del pozo donde sacio la sed,

también la seguridad: sé que toda Ella es,

además, cuanto rodea mi frágil existencia

y, en mis delirios, la que me salva de caer.

 

Una cálida brisa, al pasar, le hizo ver:

 

Es así que todo cuanto es cierto y precepto

en una existencia que en su razonamiento

sabe que nada puede cambiar los tiempos:

será siempre un peldaño más y uno menos

para poder llegar a la cima de unos besos.

Que lo que quede atrás solo será un deseo

y lo que logra alcanzar una mota de polvo

comparado con cuanto fueran sus sueños:

los que se hacen realidad con un: te quiero.

 

Y como puedo sortear las arenas del desierto

-preguntó quien se sitió perdido-

-déjate llevar por los sueños, ellos son deseos

y los deseos son como golondrinas que anidan

incansables, esperanzadas en ver volar mañana

el fruto de un amor que no conoce fronteras

ni vientos que les impidan soñar con quimeras.

 

 

Algo que había rozado sus labios lo despertó,

una silueta envuelta en seda transparente,

un rostro de mujer con una sonrisa reluciente

encendió la luz de su corazón adormilado

y sin hablar le dijo:

Saca las alforjas y llénalas de amor

vamos a emprender el camino de regreso,

nos espera la cabaña, la espiga de trigo

y el pozo donde podrás saciar tu sed,

que, con el agua de mis labios te daré.

 

Se levantó, fue hacia ella y agarrando

su cintura casi desnuda, la atrajo

hacia su cuerpo casi desnudo.

Con un beso largo y profundo

recuperó el calor de su cuerpo aterido

y se alejó del sueño y del pasado,

al tiempo

que golondrinas levantaban el vuelo.

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