XXIX.

De trazas naranjas se destelló mi cielo.

Cuando llegaste tan despampanante, invadiendo total esencia,mi vida se compuso de la tonalidad de tus ojos.

¡Querida mía! 

Las palabras cobraron valor para el suplicio del alma,a sus vez, también cumpliendo su rol ambivalente, son la coraza de la jovialidad.

Así como las palabras nos absorben, se distorcionan y nos vigorizan.

Quiero construirte y confortarte con tu mayor sustancial.

Te plasmaré un millar de poesías junto el almíbar que contiene la comisura de tus labios.

Voy a herirte con el birllo que fingen mis ojos cuando quieren ser tu escudo ante la franqueza de la vida.

Detallaré el ritmo de tus caderas, la manera como me hipnotizas con ellas.

Expondré la complicidad que envuelve tú mirada y el rubor de tus mejillas.

Narraré cada acaecimiento que se enredo en tú alma y la mía.

Cariño mío.

Tal vez tengo las palabras necesarias para destruirte, aunque te aseguro que contengo más palabras para extasiarte. 

El resto de las palabras se encuentran en la punta de mi lengua.

Quédate el resto de mi vida, ellas solo son de ti.

XXIX.