"Magnicida"

Omar_Cruz1998

En el tribunal de justicia, se estaba dictando la sentencia, que le tocaría pagar a aquel hombre por todos y cada uno de sus crímenes. El juez decidió suspender el juicio, ya que las pruebas que se habían facilitado contra el victimario, eran insuficientes, y poco contundentes, el jurado aprobó la sentencia del togado, y este finalizó el caso con el típico martilleo.

 

Los periodistas que estaban cubriendo el juicio, empezaron con sus conjeturas, varios de ellos observaron al muchacho, y - dijeron - tiene el clásico perfil de un asesino en serie, se ve despiadado, no se inmuta, se ríe de manera hipócrita, se nota que es un criminal jugado, pero después de esto, está listo y servido. Uno que otro periodista se acercó a él, y le pidió unas palabras, algunos - le preguntaban - ¿padece usted de alguna enfermedad mental? ¿cuántos crímenes cometió? ¿por qué los asesinó? ¿se arrepiente de haberlos asesinado? Y así, de manera sucesiva, se dieron muchas preguntas, pero él jamás respondió, siguió con la frente en alto y sonrió para las cámaras de la televisión, mientras eso sucedía, el oficial lo dirigía hacia la patrulla, para llevarlo a la que por ahora, sería su nueva casa, y muy posiblemente su tumba.

 

Por razones de la justicia local, remitieron al muchacho a una celda, de esas para prisión preventiva, se notaba que estaba sucia y oscura, contaba con un sistema de seguridad, por si él trataba de escaparse, allí dentro, había también un hombre, que era un asesino en serie y criminal de guerra. Al ver llegar al muchacho se sorprendió, pues vio que aún era jóven, y pensó que esto del asesinato, no mira edades, ni raza, ni ideología, ni religión. El hombre no se pudo contener, y al ver que el muchacho se terminó de acomodar en la celda - le preguntó - ¿Y cómo terminaste acá? ¿por qué te metiste a esto? ¿supongo que lo hacías nada más por dinero? el muchacho con una voz muy fría - respondió - pues yo soy un magnicida, y lo hacía por placer, siempre me gustó asesinar, pero eso, no quiere decir, que yo sea un mercenario - finalizó. -

 

No sabía que eras un magnicida, pero lo que me parece bastante ilógico, es pensar que cometías crímenes de tal magnitud, y lo hacías sólo, yo tenía apoyo del gobierno de mi país, y trabajaba para una élite del servicio secreto - le dijo. -

 

Yo, nunca necesité de ellos, es más, puedo decirte que los funcionarios públicos, eran mis víctimas predilectas.

 

Me sorprendí mucho más, al escuchar que se dedicaba al asesinato, de hombres de la alta jerarquía y barones de la política, sin más - le pregunté - ¿entonces te apoyaba el servicio secreto de un país extranjero? O ¿sos parte de alguna organización de terroristas?

 

El día había sido muy duro para mí, y los brazos de morfeo ya me estaban atrapando, pero tuve que responderle - le dije - no, siempre trabajé sólo, jamás hice alianzas con grupos o grupúsculos, de cualquier índole.

 

Yo, aún no podía creer su historia y nuevamente - le pregunté - ¿cuántos funcionarios asesinaste? y ¿cómo hiciste para pasar desapercibido?

 

Estaba por quedarme dormido, pero aún sentía la necesidad, de responder el interrogatorio que aquel desconocido me estaba haciendo, y - le dije - pues fueron como treinta y cinco, - agregué - que entre ellos hubo; alcaldes, diputados, secretarios, ministros, empresarios, y también, uno que otro presidente.

 

La historia del muchacho aún me parecía poco creíble, pero noté que hubo una interrogante, a la cual no pudo responder, o quizá la pasó por alto, yo volví a la carga desde ahí - le repregunté - ¿cómo te las ingeniaste para cometer tantos crímenes, y no caer en manos de las autoridades tan rápido?

 

Yo, sólo quería que aquel hombre me dejara en paz, pues el sueño y el cansancio, se habían apoderado de mi ser, y - le respondí - bueno, si está tan interesado en saber, se lo voy a contar, todos y cada uno de los crímenes, los cometí; en las incontables páginas de mis novelas policíacas, y mis cuentos de terror.

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