Quédate para siempre

Ramona A.

Amaba cada rincón
de su cálida piel.
Le encantaba rozarse
con sus sentidos,
y desembarcar su timidez
con una simple mirada.
La distancia era su agonía
y el silencio su peor enemigo,
por eso
no quería perder ni un instante
sin decirle ese "te quiero" bajito
de madrugada,
entre las sábanas,
recién bañados en luz del sol.
Aunque los gestos se gastaban
sin pudor alguno,
jugar con las palabras
era lo más común.
Competían escribiéndose versos...
...en la espalda,
con caricias y no con lápiz,
mientras el amor se lo fumaban
para calmar esas ansias
de tenerse el uno a otro.
La intimidad de aquél momento
hablaba más que ellos,
hasta que un "quédate para siempre"
lo hundió en el silencio.

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