Cristo Vencedor

Diana Olguin

Seres de luz expectantes ante la obra de arte.

Sobre el escenario brilla el universo, y sobre él, el planeta escogido.

El Lucero, luz de la mañana que cayó y se reveló contra el Altisímo.

Con su cola de Leviatán arrasó a la humanidad a su caída. 

Celos ante una creación perfecta. La grandeza corrompió su corazón.

 

Los hijos del Creador han caído. Tragedia tras el telón. 

Comunión y relación. Sólo hay corrupción y suciedad.

El árbol del bien y del mal en el centro de la escena. 

Querubín grande y protector, ¡Que tan bajo caíste! 

Cambiaste tus vestiduras de oro y de lino por la piel repugnante de una serpiente. 

Tus labios que pronunciaron alabanza al Salvador, hablaron contra él engaño. 

 

Grande de los grandes fuiste tú. 

Pusiste tus ojos en tí. Miraste la perfección de tu ser y te olvidaste de tu creador. 

Corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. 

No fue suficiente lo que el Señor puso en en ti. 

Herejías levantaste, la maldad pura de tu corazón nació. 

Te dedicaste a desviar a los hombres del camino correcto. 

 

Abriste abismo entre Dios y los hombres. 

Dejaste la putrefacción en el corazón de los hombres. 

Plantas en ellos discordia y dejas que se maten unos contra otros. 

El fruto de su vientre lo asesinas sin piedad.

No hay en ellos bondad. 

 

Pero grande es el Señor y para siempre su misericordia. 

Favor y gracia la tierra cubrió. 

La sangre poderosa de su hijo, al hombre cubrió. 

Salvación llegó a la tierra sobre un pesebre. 

Y sin espada ni arma la victoria nos alcanzó. 

¡Gloria en los cielos por Aquel que murió!

 

Cristo eterno, grande fue él siendo pequeño.

Siervo de todos vino a ser él.

Una toalla ceñida en su cintura en lugar de un cetro de oro.

Corona de espinas adornó su cabeza en lugar de piedras preciosas.

Sin vestiduras, sobre lo alto se levantó,

pero al tercer día en victoria resucitó. 

 

Se baja el telón,

y los seres de luz excitados sobre sus asientos se levantan.

Palabras de júbilo sobre el estrado resuenan.

Se rinden ante Aquel que su vida entregó y el velo partió,

aquel que mandó a la serpiente al abismo del que surgió,

¡Gloria en los cielos por Aquel que murió!

  • Autor: Lucía Nomdedeu (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de octubre de 2019 a las 17:50
  • Categoría: Religioso
  • Lecturas: 14
  • Usuario favorito de este poema: Fernando?.
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