Suspiro ante un mínimo de esperanza

Si un mínimo de esperanza yo tuviera
de recuperar el Cielo arrebatado,
si un mínimo de esperanza sí existiera,
¡qué no haría por yo volver a tu lado!

Escribiría poemas tal cual éste,
robaría canciones –¡ladrón sería!–,
y tatuaría tu nombre en el oeste
para que el sol sepa que te quiero mía.

Expulsado yo fui de tu paraíso
y fui condenado en el amargo infierno,
mas rescatado fui con el compromiso
de renacer obediente al buen gobierno.

Y al ser perdonado por el Altísimo,
tu rostro apareció ante mí al día siguiente.
Creí desfallecer aterradísimo,
pues volver a verte no estaba en mi mente.

Y renació así súbita una esperanza,
una gran fantasía, un sueño prohibido:
de recuperar el Cielo, mi añoranza,
y yo dejar de ser para ti un bandido.

¡Ay! «¡Sólo Dios sabe!»; es la verdad más cierta.
¿Qué se supone que haga? ¡¿Qué se supone?!
Esperar paciente a que el Señor revierta
las consecuencias del mal que me depone.

Si este hermoso milagro se concediera,
¡qué feliz sería, pues tú eres mi Cielo!
Aunque temo que este sol se encuentra afuera
de los planes que pretende el Dios abuelo.

Mas si un mínimo de esperanza existiera,
juro ante el Rey no cometer mi pecado,
pues si a dejar de ser otra vez volviera,
esta vez, pa’ siempre, no estaría a tu lado.