EL SECTARISMO

DEMÓDOCO

 

«La consumación del dominio extra personal con fines destructivos»

 

Alberto JIMÉNEZ URE

 

Para formar una secta sólo se requieren dos personas: una sagaz que afirme haber sido ungida por una providencia no táctil e imperceptible, entre tantas adventicias del Imaginario Popular, y otra impávida que será timada y difundirá la bienaventuranza.

La fricción sobre la yesca seca siempre enciende. Alguien «emisor-activo» infiere a su «receptor [a] pasivo [a]» haber «escuchado una voz» o «visto a un ser de otra dimensión» que le ha confiado «una tarea salvadora o exterminadora», según los casos, de la Humanidad. A cualesquiera entre sus propósitos precederá la manipulación de la psiquis de individuos que podrían ser persuadidos de cosas tan absurdas como amar a quien asesina porque «libera» y, con ello, «ofrenda» a ese ascendente: «mayor, principal o padre supremo» que (oculto) mira para reclamarles u ovacionarlos como «filius ecclesiae nova» (fieles de novísima iglesia)

Pero, no es tan fácil que la [flama] secta permanezca encendida. Requerirá finanzas, vehículos para transportarse, inmuebles, instrumentos letales para disuadir o intimidar, barata e ingenua servidumbre y estrategias propagandísticas.

Un soldado le dice a su compañero de habitación que tuvo una «revelación cuartelaria» según la cual, mediante la «rebelión armada», debían asaltar el Palacio del Gobierno Nacional para asumir el poder político-militar en la república y rescatar la Democracia socavada por corruptos.

«[…] Vi a un barbado que emanaba luces, untó mi casco con un aceite y me dijo: -Plugo, muchacho, a mí pluguiese convoques una insurrección y mates a los infieles que impiden el crecimiento de mi Iglesia Revolucionaria. Te he nombrado pontífice […]» -esa es la fricción que enciende la yesca en cualquier patria-.

En el curso de mi existencia he conocido de «vista, trato y comunicación» a sectarios. En la Década de los Años 70/S.XX, alojé en mi apartamento a miembros de la norteamericana «Secta Los Niños de Dios». Ya extinta, porque esos vástagos de la unción cristiana no recibieron la «Pócima Juventud Eterna» que les habían prometido. Estarán muertos o viejos como yo. Integrada por chicas y jóvenes muy pacíficos. Viajaban sin dinero, mínima vestimenta, biblias y lograban cobijo. Yo se los di durante una semana en el primer apartamento que ocupé en la ciudad de Mérida, Venezuela. Antes, en EEUU, tuve vínculos con otra nada religiosa de la cual, con sagacidad, me aparté.

En Venezuela [Década de los Años 90], algunos maliciosos intelectuales propagaron que yo era uno de los escritores «ideólogos de la Secta Satánica Briceñoguerreroiana» en boga en la ciudad de Mérida. Cierto que el fallecido profesor y filósofo José Manuel BRICEÑO GUERRERO tuvo seguidores y discípulos, pero no fui uno de ellos. Éramos respetuosos amigos, platicábamos en el Rectorado de la Universidad de Los Andes sobre distintos temas. Pero, Satán no era el principal, sino la Filosofía. Ese infundio en contra de nuestras reputaciones se debió a la aparición de mi novela intitulada https://es.scribd.com/document/369324757/Dionisia-Novela-Por-a-j-Ure-Digitalizada-2018, publicada por nuestra vetusta casa de estudios superiores (1993) He aquí un esclarecedor fragmento que, sobre ese libro, escribió el destacadísimo historiador, ensayista y poeta Rafael RATTIA: «[…] En una ocasión, Arthur SHOPENHAUER afirmó que su libro El Mundo Como Libertad y Representación le fue dictado por el Demonio, en una sola noche […] Es probable que esta novela sea el resultado de una especia de psitacismo. En otras ocasiones, he sostenido que Alberto JIMÉNEZ URE es un taumaturgo de la palabra, un alquimista del verbo […]» La Naturaleza dicta que todo naciente tendrá un poniente. Una y sucesivas veces.

 

Ver métrica de este poema
  • Autor: DEMÓDOCO (Offline Offline)
  • Publicado: 13 de septiembre de 2019 a las 07:23
  • Categoría: Sociopolítico
  • Lecturas: 33
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios1



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.