Tonto

Esteban Mario Couceyro

Trato de ser algo irreverente, pues de nada serviría tomar todo con brutal seriedad.

Cuando era adolescente, pretendí ser Dios y al poco tiempo me di cuenta de lo banal que sería lograr ese propósito.

Solo dejé que las cosas fluyan, casi sin intervenir. A esta distancia, me arrepiento de algunas pocas cosas, que marcan mis peores fracasos.

En definitiva, solo he logrado ser un hombre gris, esquivando el infortunio.

Mi mejor paga, es una sonrisa..., una comprensiva sonrisa.



Que inmenso sopor…, no puedo abrir los ojos …, los he abierto, pero es inútil hacerlo pues no hay luz, todo es absolutamente negro.

Siento que floto en un lugar sin temperatura, casi etéreo en absoluto silencio.

El cuerpo, no lo siento…, no puedo tocarlo sin manos, sin nada. Cómo he de ver sin ojos.

Lentamente, me adapto a esta situación, hasta parece confortable. No hay estímulos no hay sonido, ni aromas.

Quiero gritar, sin poder hacerlo.

……………………………………………………………………………………………………..

Pienso, los porqué y dónde estoy, como he llegado. Mi cuerpo, qué fue de mi cuerpo, hago un esfuerzo para recordar que estaba haciendo antes…, antes de esta situación.

La calle…, qcalle y de donde..., yo caminaba… de mañana, comenzaba la primavera, el viento suave y esa luminosidad creciente del sol frente mío.

Tu brazo, tomando el mío, hablabas entusiasmada del proyecto…, el sol cada vez era más luminoso y recuerdo que me detuve y tomando tus manos, te miré…

…………………………………………………………………………………………………….

Siento como si estuviese avanzando vertiginosamente, en este espacio oscuro, que de a poco, se ilumina con fugacidad en una aceleración infinita.

……………………………………………………………………………………………………..

Recuerdo que te miré, como nunca lo había hecho, mientras apretaba tus manos. Hablabas y ya no podía escucharte, se que me caí sumergiéndome una espesa oscuridad.

…………………………………………………………………………………………………….

Cada vez hay más luz, una luz lechosa, siento que las manos me tocan la cara y tu voz angustiada.

Abro los ojos, y los tuyos estaban tan próximos inundando los míos, intentaba hablar y no podía.

En un gran esfuerzo, sonó mi voz balbuceante, diciéndote que te amaba.

Tu rostro lloraba entre una incipiente carcajada, que solo llegó a una mueca.

Siento la sirena de la ambulancia…, hoy no será un día tan malo, siento sus labios en los míos y su voz diciéndome, tonto...



Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios2

  • Mercé

    Mario enhorabuena...
    Ese tonto...Abarca tanto...

    • Esteban Mario Couceyro

      Gracias Mercé, el prisma humano, refleja las más variadas luces y también proyecta múltiples sombras.
      Un abrazo.
      Esteban

    • C. Eduardo Barrios (Ex-Toki)

      Desde que se nace, se cae.

      Un abrazo querido poeta

      • Esteban Mario Couceyro

        Como dijo Borges, el argentino puede caer indefinidamente...
        Un amistoso saludo.
        Esteban



      Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.