Oda a la vida

Soledad a lo apócrifo mientras

un urogallo mama de la fuente

sagrada del vestigio frenético del

soleado acompañamiento que le

sueles dar a las notas de color con

las que impregnas los cuadernos

infantiles de nuestra madurez más

longeva tratando de endulzar el

sofocante duelo de espadas que

en diatriba lucha esperan tu halago,

pues es sabido por todos que de tu

boca siempre es reconfortante

hallar el aliento de esperanza  que nos

empuja hacia senderos más prístinos

de congojada malvasía.

¿Es este el legado que hemos de recibir?,

¿es este el camino que hemos de seguir?,

¿es este el periodo que hemos de servir?,

¿es este el orden que vamos a recibir?

Sé que son unas cuantas preguntas de

las cuales no querrás darme respuesta

pues tu caridad es nula por completo,

pues tu, vida, siempre has de ganar

el juego sin respeto.