Todos tenemos nuestros propios infiernos.
Nuestros mejores demonios más cercanos,
con los que compartimos este gran espacio
Nos traicionan sin querer, sin saber o sin importancia.
Alguien que te da la espalda mientras te invita a un trago de whisky
sonado una "rockola" al fondo con música pagliada de zeppelin tal cual chiste barato.
Sintiendo el ácido mientras ves como trasciende el tiempo.
El ojalá de los pobres es el orgullo de los egocéntricos.
En la risa y pasión de un carrusel nocturno
todo es colorido porque se muere el amor.
El amigo fiel se siente traicionado,
sin saber que fue el mismo quien causó la eterna disputa.
Una carrera donde uno disfrutaba y el otro competía,
dos gotas de agua una con alcohol.
En estos días negros donde no hay más que huir de esta prisión.
En estos días oscuros en donde las peleas de gallos se vuelven comunes según Bunbury.
Un viejo genio publicando artículos sobre la traición
porque se ha sentido perplejo de la humillación.
Una esquina de un viejo bar,
un pasillo negro detrás de algún lugar,
unas monedas,
conversaciones en mi cara como si no estuviera,
ofensas en mi propia casa,
disturbios territoriales,
cuando nos cegamos porque tu ego y
orgullo es una mierda. ¡Es gracioso! Es Maravilloso.
Cuanto más huimos de nuestros propios demonios más los entendemos
y aceptamos hasta hacernos uno con nuestro más profundo señor oscuro.
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Autor:
Martín M (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 14 de agosto de 2019 a las 12:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 27
Offline)
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