SORPRESAS DA LA VIDA

EDUARDO FAUCHEUX



SORPRESAS DA LA VIDA



Ayer las cosas no iban como lo esperaba;

una sorpresa, en realidad, que yo no imaginaba,

porque todo me hacía suponer que los futuros eventos

tenían "en popa y a toda vela", al más amigable de los vientos.

***

Es que, de pronto, una calma chicha decantó sobre el mar...

el agua parecía aceite, con un brillo de sol que parecía encandilar.

Toda acción, ahora, se paralizó y una espesa niebla empezó a descender;

amenazantes sombras pintaron un cuadro, al cual, yo, ¡ni quería ver!

y el clima acentuó un paisaje, con pocas perspectivas de mejorar.

Resignado, me preparé para lo peor, en medio de esta alta mar...

***

Luego de dormir, entre pausas y pesadillas,

en el surgimiento del amanecer, mirando por la escotilla,

gratamente me sorprendió la brillante luz que por ella se filtraba

con vidrios bien cerrados, que esperaron en vano una tormenta, nunca desatada.

***

¡Otra vez, una sorpresa más a mis acostumbrados tétricos augurios!

Al asomarme a la cubierta, el mar azul ya no parecía como mercurio;

¡el día no podía estar más lindo!; así que dije: ¡adiós, aciago evento!

y aposté mi cercano futuro a conseguir algo de alimento,

recordando que casi se habían agotado mis vituallas,

distraído con mi mar y entretenido con sus batallas.

Apenas, viejas galletas y un poco de agua dulce templada,

para engañar al cansado cuerpo, sin sus energías acumuladas...

***

Soplando una ligera brisa, enfilé proa a la tierra, que aún no se veía

y a la cual arribé -tras andar largo trecho- después de un mediodía,

con mi flaco estómago gruñendo, pidiendo comida, ¡lo que fuera...!

debía explorar para conseguir, aunque sea, ¡morder una madera!

***

Pero... ¡oh, sorpresa!... me quedé paralizado, muy expectante;

en ese lugar, en esa playa, me recibieron ¡otros navegantes!

Eran viejos amigos, que me invitaron a compartir su mesa

y me dijeron: "La buena fortuna se va, pero regresa".

***

¡Qué tonto soy! ¡No aprendo la lección nunca más!

¡Toda mi vida ha sido así y no entenderé jamás!

En mares tormentosos fui como un tripulante

en prolongadas calmas ¡tan desesperantes!,

sobre fondos con grandes rocas peligrosas,

con muchos barcos feos o naves hermosas.

¡Y yo, siempre, recordando viejas penurias

en corrientes tortuosas y aguas en furia!

***

Pero, ¿qué hay de esas brisas salvadoras?

¿Qué hay con todas las sorpresas milagrosas?

¿Por qué olvido las bendiciones tan fácilmente

y memorizo solo las exigencias, tercamente?

***

¿Qué hay de esos paisajes encantadores

y de aquellos viejos amigos soñadores?

¿Es que no debo, siquiera, por una sola vez,

reclamar al Cielo por un perfecto "fin de mes"?

Si en todas las veces en que he estado preocupado,

¿no se me acercó, acaso, una sorpresa que me ha salvado?

***

Hoy, que estoy en una nueva "calma chicha", expectante,

apuesto a esta celestial sorpresa, ¡más que fascinante!,

ya que debería aprender, con en esta singular experiencia,

que SIEMPRE existe una bendición que guía a mi Trascendencia.

***

La Vida está llena de sorpresas,

deslumbran sus vibrantes extrañezas,

viene sobrecargada de fabulosos asombros,

emergiendo logros misteriosos, entre sucios escombros.

***

 

Eduardo Faucheux

20-06-2019

  • Autor: Eduardo Faucheux (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de junio de 2019 a las 02:30
  • Comentario del autor sobre el poema: La Vida está llena de sorpresas. Cuando todo va bien, uno no se debe confiar, pero, tampoco, perderse la oportunidad de disfrutar lo bueno que Ella ofrece. Pero, siempre hay que estar atentos a que las sorpresas no siempre nos sonreirán. Algunas vienen a quitarnos las sonrisas y a hacernos poner los pies sobre la tierra, a recordarnos que debemos ser humildes y no creernos que siempre seremos ganadores y exitosos. Esas sorpresas amargas nos dan lecciones que aprender. Para eso están y también debemos aprovecharlas. La Vida nos da sorpresas. Todas ellas sirven.
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 73
  • Usuario favorito de este poema: Hugo Emilio Ocanto.
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Comentarios2

  • EDUARDO FAUCHEUX

    Dedicado a Aye Sabin Paz, admirable navegante de mares del mundo.

  • Melba Reyes A.

    "¿Por qué olvido las bendiciones tan fácilmente

    y memorizo solo las exigencias, tercamente?" Admito que me ocurre a veces, es más, observo que es una costumbre bastante común. Un abrazo.

    • EDUARDO FAUCHEUX

      Suele pasar, repetidamente. Uno se queda memorizando lo que hizo daño, lo que provocó dolor... debe ser una cuestión de supervivencia...
      Espero que estés bien y, sobretodo, que olvides las tristes experiencias.
      Otro abrazo para vos.



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