CIV EL TIEMPO, EL AZAR Y LAS MUJERES

Hay noches que sueño con Neruda,
se quita la boina gris y me regala dos versos;
me habla de sus mujeres,
de sus poemas llenos de sed,
llenos de hambre,
mira su reloj y me habla del tiempo,
cruza la pierna, abre un libro,
me ve intranquilo y recita una canción desesperada.

Hay noches que me sueño en Buenos Aires,
me cruzo con Borges, él no me ve pero me
habla de sus pesadillas en el espejo,
me habla del azar y de las batallas no ganadas,
de las peleas con el ajedrez,
de sus laberintos.

Hay noches que sueño con Lorca,
me da un rifle y me empuja hacia las balas,
me dice que buscar escudos no es una opción
cuando todo estalla en guerra,
me da un cuchillo y se oculta entre humo,
mientras desaparece me dice que solo se puede
ser uno mismo si se muere por lo que se quiere,
aunque una tumba a nadie convierte en héroe.

Hay noches que sueño contigo y te veo desnuda,
desnuda como una estrella que cae del ocaso,
te veo trasparente como un cristal,
te veo como un viento que forcejea contra la roca;
no hay manera, amada,
de verte sino con todo y tus fantasmas.
Este poema, amor mío,
solo existe porque existes tú y después de ti no hay nada;
si te marchas, mi amor,
me quedaré
con todos los poemas que te escribí y
el montón de versos que te seguiré escribiendo.

No sé si será el tiempo, el amor o las circunstancias,
pero sé que todo lo que tengo lleva tu nombre
y si te vas no me quedará más que el tiempo,
el olvido y este poema.
De ti aprendí, amor mío,
que el hombre solo tiene
el tiempo,
el azar y
las mujeres.