El campo de mi tierra, Extremadura

Alfonso J Paredes

Sí, mira el campo de mi tierra, del color de la jara
y su aroma, al que acuden las abejas al monte o al prado
quedando la recompensa real de la jalea y el líquido dorado
el aroma de mi tierra a flores, sudores, medida y vara.


Sí, mira el campo de mi tierra, del olor de azahar,
de montes nevados de flores blancas de cerezos en flor,
que te abrazan en un jardín de aromas y de humano olor
de sus gentes y costumbres del lugar.


Sus calles empedradas atravesadas por riachuelos,
sus nobles fachadas engalanadas en sus dinteles,
agua fresca y viandas soportadas en sus anaqueles
de los palacios de nobles y abolengos pañuelos.


Sí, mira el campo de mi tierra con sabor a limón
y hierbabuena en la dehesa regada por el riachuelo,
en cuyas encinas coronan nidos de mochuelo
y de su corteza cercenada para el corcho del tapón.


Mira como serpentean sus ríos y como ondulan sus montañas,
llenos de historias de conquistas, amores y desamores,
mira sus campos trabajados con sudores
de su gente, nobles fuertes y arraigados desde sus entrañas.


Sí, mira el campo de mi tierra, del color de la aceituna,
del sabor salado de las lágrimas que tu rostro baña,
cansada, agotada de fabricar sus casas de barro y cañas
que dejan pasar por sus huecos la luz de la luna.

 

Mira los pueblos de mi tierra, llenos de cordura
y engalanados con guirnaldas que coronan sus fiestas,
atraviesan desde la Campiña Sur hasta Las Mestas,
sí, mira el campo de mi tierra, Extremadura.

 

"Senderos"

Alfonso J. Paredes

©SafeCreative/CopyRight

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