Pupilas vacías

Alvaro Bautista

Tengo miedo; de verla y sentirla de nuevo sabiendo que ya no me ama. ¿Sus pupilas se seguirán dilatando al verme? No lo creo, sus ojos siempre le fueron fieles a los suspiros más sinceros de su alma. No quiero verla, ni decirle adiós; porque sé que no me despediré por los tres meses que dura el verano, sino que en ese último abrazo, le estaré diciendo adiós para toda la vida.

Adiós a un amor tan intenso y prohibido, que a pesar de no tener una sola esperanza de sobrevivir nuestras encadenadas convicciones, nos atrevimos a gozar. Porque ¿qué sería la vida si uno no es capaz de desafiarse a uno mismo? desafiarse a amar sin cuidados y sin apegos; con el corazón en una mano, dispuesto a morir en el misterio más bello con el que se puede encontrar: un amante desvelado de la vida misma.

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