Apagón y retorno

Enrique Obregon

Ahora el leve rumor de la vida marca el horizonte, la ciega maquinaria del cielo nos cae encima, metálicos y efímeros luceros cegan y se roban la impresión de las cosas, el romance y el crimen acuerdan de antemano la mutua distribución de sus penas, se asientan el paso y el afán, los rostros bogan impasibles siendo el eco tras el espejo de los demás esbozos sobre la marcha, la premisa hecha una mancha en la ciudad nos atañe, la preocupación se nos extravía en este remoto espacio, nos ensancha la ausencia de exactitud, de la carga y el espanto, que nos duele en la verdad de cada jornada, en la verdad más cierta, que será esta marcha; y la luna continúa vertida entre cada resquicio, sobre cada alto, por cada rostro y seguirá impávida aún ante la certeza del amanecer.

 

*   *   *

 

La claridad y el desconcierto vuelven al son del unísono alivio, el pasado inmediato se torna un superado anhelo para los brazos que se contraen y la malicia que retorna a su propia sombra, aquellos flancos de la memoria caen como el laberinto que nos vuelve a ser visible, el paso se aligera, el hálito de esperanza se antojará una congestión en los rostros sobre la marcha, a razón de esta sinrazón que recobra su exactitud, el espectro obtuso de lo inmediato, de lo que exhorta la inmediatez del paso, todos indudablemente lejanos en este punto, en el unívoco punto que somos sobre la ciudad; y al fin la luna, ella se extraña de que ya no la sintamos tan sobre nuestra marcha, pero seguirá tan altiva y tan vistosa, como un perenne guiño a nuestra condición desastrosa.

  • Autor: Kike (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 21 de abril de 2019 a las 02:34
  • Categoría: Fábula
  • Lecturas: 64
  • Usuarios favoritos de este poema: lazaro sosa cruz, Dreamss.
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Comentarios1

  • lazaro sosa cruz

    Tengo, no dudas, sino la triste certeza de que los sufrientes personajes de tu poema no tengan ni luz mental ni tampoco anímica para recoger tus palabras. No solo de poemas se alimenta el alma cuando primero es lo primero: quitarle el miedo al miedo.
    Inmenso tu poema, Kike. Gracias.
    Lázaro.

    • Enrique Obregon

      Gracias por su comentario, amigo.



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