PLENITUD DEL SILENCIO

RICARDO ALVAREZ



 

 

 

 

Tendidos sus cabellos rubiales

en un pajar de pupilas colmadas,

vi pasear sus curvas baldías,

la cintura habilitada.

invisible era al ojo ajeno.

 

Acopió en mi piel

la diseminación de sus pueblos,

hecha de luces eternas

con su soledad iluminada

era glauca aurora en sus cabellos

iluminando el mobiliario de mi abrazo.

 

Tenue caricia de venas

festón de sábanas claras.

Venia con retinas

en detención de chaflanes,

tenían sus venas curvas

fluir de acequias constantes.

 

En somnolencia de monólogo

la lengua era un dilate

de abiertos parpados,

eran sus acalladas manos,

bálsamo de mis heridas.

Exilió del aire mis angustias

con vocación de diálogo.

 

Soplo de fuelle en contexto,

carbón mineral que al fuego

moldeó en aguas del Alhambra

la sensual curvatura del disenso.

 

Era su voz plena la lentitud

cenagosa del cuestionamiento,

tan próxima a mis huesos

como la arcilla de carne fraguada

era estrépito estertor sobre la tierra calma,

cenizas al humo del incienso.

 

Melisma de incendio en beatitud gozosa,

caudal torrentoso de riadas

en pacífica calma.

Mística parábola sus curvas desnudas

el cuerpo resalta sus misterios,

de vórtices huracanados,

ápice de calmo sosiego

sin memoria gata fuera de tiempo.

 

Ausentes raíces del cielo

yacía entre la luz y la sombra

transparencias del paraíso

ofrendado la luz del cielo

y en plena redención pondera la plenitud del silencio.

 

 

De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU

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