La carta final

Ron Alphonso

La carta final

Bogotá, un día cualquiera...

Para ti.

He decidido escribir estas letras, que dejaré por ahí... encima de cualquier mueble o en el cajón donde guardas tu lencería, bajo la almohada o en el cofrecito de las fotos, total así te la entregara en la mano, descuidádamente la dejarías sobre la mesa y correrías a prepararme un mojito, tacarías mi pipa con la picadura de manzana que compraste, para que mi estadía sea amena y luego no recordarías la carta, hasta que su amarillo contrastara con el encaje blanco del mantel.

Ahora que la has encontrado, es el momento indicado para leerla... entenderás tantos porqués.

De lo poco que tengo, es lo nuestro algo muy importante, pero no quiero que te aferres a ello, para no hacerte daño con ilusiones, para mi solo con un buenos días de tu boca, tengo suficiente.

He trabajado toda mi vida y hoy me doy cuenta que no me queda nada, que las envidias y los egoismos siempre me quitaron lo conseguido.
Que puedo aspirar a tener ahora, cuando hasta el sitio donde dormiré mañana es incierto.
Aquí estaré quizá unos días más, pero si desaparezco, quiero que estés segura que no fué mi voluntad, que en estos años te has ganado un puesto de honor en mi vida, en mi corazón, pero que no puedo, no debo llegar a tí como un mendigo, pidiendo asilo para guarecerse de la lluvia.
Te amo y eso no debe ser motivo de discusión.

Aquella tarde en que te dije: Gracias, mi amor, gracias por todo!, apretándote las mejillas con mis manos, para que hicieras el gesto que siempre me encanta: "el pecesito loco" y brincaron de tus ojos lágrimas sin querer, no me despedía, hoy no me despido, ni me despediré, de ti no, nunca, siempre tendré la esperanza de un día más, aún cuando cierres mis ojos, mi alma te recordará unas eternidades mas.
Me dirás que soy trascendental, que siempre hay que levantarse y tantas cosas que quizá yo te dije en alguna noche de ensueño, de las tantas en que el sol nos sorprendió, caminando por los virtuales senderos de este amor.

Alguna vez te aseguré que la mejor manera de salir, era tocar fondo y desde allí impulsarse con nueva fuerza. Esta vez... ni piernas con las que impulsarme tengo.
Una frase que marcó mi vida, la escuche de boca de un policía, en la madrugada del día en que sufrí el peor accidente de mi vida y quedé atrapado entre latas retorcidas del vehículo en que iría a cumplir un gran compromiso, tan solo 6 horas después... luego de halar mi cuerpo para sacarme, me dejó a un lado del vehículo que amenazaba con incendiarse y dijo: "Dejemos que el muchacho muera tranquilo..." sacando fuerzas del alma, balbucié... “no quiero morir todavía, debo casarme ahora...” desde ese día, tantas cosas han pasado en mi vida... y siempre... incluso reflexionando sobre la posibilidad del suicidio... me he dicho: no me quiero morir aún, álguien podría llorar por mi partida. Y eso me preocupa, pero me empuja a seguir.

Mi amor, hoy te debo decir, que quiero me jures, que nunca una lágrima triste, brotará de tus ojos por mi.

Te he prometido mi amor del alma, aprendimos juntos a amar sin tocarnos, desearnos sin decirlo, querer estar juntos sin estar atados, libres de todo y esclavos del amor.

Pero eso lo llevamos en el espíritu y al morir no se extingue, desde cuando fuiste mi Cleopatra y yo tu simple Marco Antonio o aquella vida en que eras Engracia la hija del alcalde y yo Pablito el ayudante del padre Hipólito, siempre he estado a tu vera, amándote o cuidándote y no será esta la última vez que estemos juntos. Por eso las lágrimas no tienen razón y sabes que lo único que te he prohibido, es llorar por mi culpa.

Ríe, sigue tu vida unos momentos más; si la fuerza de tu amor, hace que me mantenga... te prometo retornar a ti, como en aquellas otras veces, si no... ya habrá una nueva oportunidad y te juro que te buscaré desde que empiece a caminar y una vez te halle, aprenderé a abrazar sin soltar, en tu cuerpo.

No te angusties, ni siquiera pienses, la existencia consiste en eso, un día estar, otro desaparecer, como esas luces que te gustan tanto en las navidades, lo recuerdas? Ah mi dulce Engracia, te dije... voy a colocar la luz, avísame si encienden y pasaste media hora, diciendo: Encendió... se apagó... encendió... se apagó... eras tan ingenua y empezaban a aparecer las primeras luces intermitentes, como reímos aquella vida... ves mi amor, siempre hemos sido felices, siempre hemos reído juntos, quizá por eso ahora se avecina el final, cuando ya hay mas motivos de tristeza que de alegría, nuestra historia no merece lágrimas... has oído el dicho popular... me muero de risa ? Quiero morirme de ti, sin angustias, sin saber cuando, solo mirar el reflejo de mi rostro en el hermoso brillar de tus ojos y así mientras te digo... eres mi todo y mi nada, mi amor eterno, mi amor de siempre, rememorar la frase, que dijo aquel policía y que ahora debo obedecer...

Tu eterno Marco Antonio...


Ron Alphonso

1 de abril de 2019

  • Autor: Ron Alphonso (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 6 de abril de 2019 a las 23:52
  • Comentario del autor sobre el poema: " A veces llegan cartas que no son románticas..."
  • Categoría: Carta
  • Lecturas: 24
  • Usuario favorito de este poema: neosan.
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