EXCESOS LAUDATORIOS

FERNANDO NOVALBOS

EXCESOS LAUDATORIOS

 

Hoy me senté a mirar un retrato de un pasado remoto, 

antes, alguien a quien voy conociendo con pausas,

dijo “ descansa” y me tomé un tiempo de suspiros

que nos hizo coincidir en un poema de Dante Alighieri,

y una canción de Paty Smith, que dice;

“El sol ardía alrededor de sus párpados y sus ojos

eran como dos soles, párpados blancos, ópalos blancos…”


Del inmenso balcón de esos ojos igual que aceitunas,

arranqué su belleza incendiaria para apropiármela, 

al otro lado, una butaca vacía presa de un amanecer

adyacente al fruto del azar,

entonces  recordé la atracción cósmica que ejercen 

las estrellas sobre los campos de trigo, 

la misma que la nieve en invierno

convierte la hierba del parque en parte del cielo.

 

Los ojos del poeta llegan al vientre del mar, dulces, 

terribles, tormentosos, desengañados, tímidos,

esperanzados, o tristes, 

los ojos del poeta no se olvidan de las cosas que ven,

igual que a ti no podrán olvidársete las hileras inertes

que allanan caudales hasta profundizar en tus pupilas.

 

Cuando me levanté de la cama fui en busca de gente 

alejada del acantilado, personas que pronosticaran 

cercanía y camino, soñadores desangelados 

que necesitasen consuelo más allá del deshielo,

y me encontré contigo recitando uno de mis poemas, 

así que dimos un paseo en silencio por un túnel

de pétalos codeándonos con la marea humana.

 

Existes, ibas de mi mano, pero qué llevas dentro

para ofrecerme el mecanismo léxico que manejas.

Años atrás superé el hándicap del desconsuelo, 

sin divisar más realidad que la rotundidad del abismo,

la vida, contra todo pronóstico, separó la realidad 

displicente del ornamento bullicioso,

ocultando la crudeza que tilda de ayer el mañana. 

Quien reclama amor parece un deshecho amontonado, 

pero goza de una particularidad gravosa, sufre, 

se queda solo, sin que nadie claudique 

ante un sentimiento de efecto tan luctuoso, 

las plazas se quedan solas, las fuentes niegan su agua, 

aunque bebe, a la par que muere de sed muchas veces.

Somos pequeños, aun queriendo ser, y estar,

lejos de la desolación permanente, no somos nada,
tal vez ilusión, injusticia, puede que perplejidad,

fantasmas de nosotros mismos,

reliquias de un despertar arrinconado,
descompuestos camuflados bajo la piel temerosa

que nos protege de los agentes externos. 

Encaminémonos hacia un acuerdo verbal, 

si lo que me ofreciste es soledad, no la quiero, 

toca mi catálogo de sueños, ya no puedo excusarme,

donde esté, estarás,

y si lo que insinúas es una luz dentro de ti, la deseo, 

sin excesos laudatorios, sin destellos inservibles,

aún podemos acompañarnos hasta la muerte,

nos sobra tiempo.

 

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Comentarios2

  • Yamila Valenzuela

    Vaya! Nada que decir, solo... Muy, pero muy bueno.
    Apapacho!

    • FERNANDO NOVALBOS

      Muchísimas gracias, hoy empecé mi andadura aquí.

      • Yamila Valenzuela

        Pues bienvenido!
        Apapacho!

      • Pajarillo

        SIn exceso laudatorio,
        y con esta piel temerosa,
        he tocado este catálogo
        de sueños; entonces,
        mi acuerdo verbal es tan sólo:
        Reclamar amor para tan elegante
        y esperanzante poema.

        Un tanto tardía, pero te doy la
        bienvenida a este espacio Fernando.

        Un abrazo.
        -Ramiro



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