Relato en el parque: El mejor futbolista del mundo

Octavio Márquez

Y ahí estaba. Era poco después del medio día. No importaba como llegara. Siempre llegaba temprano a esa banca. Me sentaba donde mismo. Evitando el sol y bajando mi cabeza para descansar un poco después del primer turno en el hospital. Llevaba mis manos a la cabeza tratando de recordar la función de algunos medicamentos. Mi cuerpo pesaba, mis ojos comenzaban a cerrarse. Ya nada importó. Ni la pulcritud de mi uniforme, mis tareas o mi examen. Me dejé arrastrar a un vaivén de voces incompletas entre tonos díafanos del parque. Es fácil dejarse llevar cuando hay una brisa fresca, silencio y el replicar de las aves. Los minutos se hacen horas, y el cuerpo sabe que no debe dormir tanto, así que de una sacudida me amputa del oneiros.

 

     Mis ojos raudos se precipitaron a ver la hora. Sólo habían pasado cinco minutos. Bostecé tan profundo que sentí más ligera mi alma. Al limpiar las lágrimas de los ojos pude ver una silueta acercándose. Era un hombre con un balón de fútbol. Su uniforme lucía desgastado. No podía identificar a qué equipo pertenecía.  Su balón igual. Aparentaba  muchos kilómetros de cancha sobre su piel de plástico descarapelada. Siguió avanzando hasta estar a dos bancas de distancia. Subió y brincó a su mesa de concreto, tomó el balón y empezó a dominarlo. Era un espectáculo ver a aquel hombre fallar el tercer contacto de su pie y el balón. Festejó como si fuera el dueño del mundo. Levanto el puño al cielo, y su dedo índice tapaba el sol. Era distinto. Un humano superior.  Sabía que podía oír una multitud clamando por él, cual gladiador victorioso. Su uniforme se tornó blanco, levantó el otro dedo índice y agachó la cabeza con una sonrísa. No decía nada, no gritaba. Pero sentí el rugido. Bajó súbitamente los brazos y dio un salto, tomó el balón con su mano izquierda y levantó la derecha en señal de victoria. Se alejó. Dio pasos largos y fluídos hasta perderse en el horizonte.

 

     Ese día no se trató sobre mí, si no de una anomalía hecha carne. Ese día vi pasar a mi lado un mundo enteramente distinto, una tribu y una flecha errante con un balón de fútbol.

 

 

Octavio Márquez

  • Autor: Octavio Márquez (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de marzo de 2019 a las 13:18
  • Comentario del autor sobre el poema: Es increíble lo que puedes ver si prestas atención. Espero ser de su agrado.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 57
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Comentarios1

  • Rigo F. Garay

    Así comienza el método, observando y luego se hace la magia de hipótesis, conclusiones y aportes de descripción literaria con concreta y completa. Gracias por compartirlo, Márquez. 🙂

    • Octavio Márquez

      Así es. Gracias a tí por pasar a leer estas letras 😀



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