Tranquilidad aparente

Jordan Sanchez

Quietud asombrada en distancia.
Quietud militante de aerolito.
Quietud eclipsada, sonora mirada.
Quietud demoledora, estruendosa.

Han pasado  rostros sin rostro, la soledad;
el tránsito de esta ciudad.
La muchedumbre preñada de locura.
Va recorriendo vena tras vena la silueta,
fulgor oculto en su fulgor,
epílogo incandescente, volcán en las cejas.
Alud, destinado al ocaso.

Hay quien mira esta calma con mesura.
Llevando una distancia de enfermedad peligrosa.
En la oscuridad del cerrar del parpado entonces
todas las sombras se vuelven aromas,
y todos los aromas se vuelven recuerdos;
es cuando los recuerdos se vuelven presente:
y son solo recuerdos pero en esa mente sin fondo,
toda la cinematografía de hace meses… (Un año).
Miro, miro, miro , miro, historia en el reflejo de una lagrima.

Y estamos callados.
─Bien callados.
Callados antipáticamente,
contrariamente a lo ruidosos que estuvimos ¿ayer?
Porque se dijo tanto con la boca cerrada,
no entró ni mosca,
se acabó la saliva (polvo crecido en la lengua muerta),
hablo el alma contraria al horario,
contradicción a todos los calvarios.
Y ese silencio, ese sin ruido, esa mudez de infinito:
Pero ese dialecto tan concreto, que solo se vive
una vez, dos veces, y luego la evanescencia de los metafísico
en esas cosas que no me explico, que no me explican,
porque explicación no cuadra, y así es esto.
Así esa vocal muda, nace y renace en un labio invisible,
verbo manso tormento, aullido de mirada,
animal de los mil maleficios: ebrio maleficio,
dulce ser y no ser, para encontrarte en cada esquina.

Las aves predicadoras en su velo,
con las plumas al horizonte.
Pájaros encarnizados en batallas ajenas,
pluma deductiva  al viento,
al viento, que camina entre las paredes:
Porque aquí no hay aire acondicionado,
el viento entra por las fisuras de puertas.
Por eso las aves oráculo en su descanso,
atan el futuro entre los dedos.
Y va de la mano, de la mano.
Y de la mano va la mirada, el ojo guía,
el ojo perdido, el ojo errante,
casi farsante, penetrante.
Corrosión directo a la sangre.
Ardo, y desintegración de lo que veo.
Entonces todo invisible.
¿Qué queda si nada es visible?

La búsqueda
                        queda,
la bus-queda.
Y rodando va…
                                              El bus-queda.



  • Autor: Jordan Sanchez (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de marzo de 2019 a las 02:44
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 32
  • Usuario favorito de este poema: migreriana.
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Comentarios1

  • Adelaida Gutiérrez

    Me gustó mucho...
    Tranquilidad aparentemente.
    Muy bien capturado...
    Felicidades Poeta

    • Jordan Sanchez

      Gracias Heidy, me alegra saber que disfrutaste del poema.



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