Escúchame

Quisiera que me escuches porque esta vez no vengo con la voz apagada. Te guardo en mil memorias que resultan no ser más que sonrisas, en miradas que me llevan a tiempos inolvidables. Te siento tocarme la mano con una frase inesperada, te extraño en las noches cuando abrazabas mi dolor oculto tras la almohada, tal vez no lo entiendas ahora y jamás podrás hacerlo, pero formas parte de lo que soy y de lo que siempre seré. El tiempo es relativo para nosotros, siempre lo fue. Te quiero por cambiarme  la rutina, por buscarme en noches estrelladas, por quitarme miedos y ver como los enfrentaba. Te extraño porque la sensación que tenía cuando estaba solo contigo no la han vuelto a sentir mis huesos. Sin embargo, no te quiero de vuelta, y no extraño la incertidumbre de tus promesas. Siempre tienes la palabra en la boca, y en esos labios tuyos, no solo los míos desembocan. Esperaría el cielo de ti, pero no me traerías más que tormentas. He recorrido tu piel de abajo hasta arriba, pero no me he adentrado en esa la alma tuya más allá que de manera muy efímera; podría decir de no te conozco, que nunca te he conocido. A pesar de todo, me encanta como te pienso, pero me duele que nunca vayas a entenderlo. Mientes de forma que me creería un credo inventado por ti, aunque dudase de la fe detrás del mismo. Existe y siempre estuvo el vacío en tus palabras. Elegiste llevar tu tiempo en otras miradas mientras el reloj se me detenía en tu espera. Y ahí es donde me elijo, porque sintiendo tanto de forma tan intensa y bonita, merezco más. El amor y la pasión son algo infinito, gracias por darme una introducción de ello.