Allí estan...

Allí están en el templo los cambistas,
vergüenza y descontento del Maestro,
y aquel quien con tu celo les resista,
le tildan de insolente y de siniestro.

Allí están los que rasgan sus vestidos,
y se echan la ceniza por montones,
aquellos que jamás te han conmovido,
porque jamás rasgan sus corazones.

Allí están en tu casa los más rectos,
que ven con menosprecio al publicano,
que viven ya creyéndose perfectos,
amándote sin amar a su hermano.

Allí están los que con indiferencia,
te escuchan disertar y que murmuran,
con rebeldía e irreverencia,
y que tú los apruebas se figuran.

Allí están los doctores y los sabios,
con fabuloso cuento y dichos viejos,
honrándote en tu casa con sus labios,
y están sus corazones de ti lejos.

Allí entre tu pueblo los impíos,
allí entre tu pueblo los legalistas,
sembrando sus desdenes y desvíos,
la gracia suficiente les resista.

Allí entre tu pueblo los desleales,
que toman tu favor con ligereza,
allí los salteadores liberales,
espuman su vergüenza y bajeza.

Allí están tus discípulos amados,
que escuchar el latir que hay en tu pecho,
aquellos que quisiste y has llamado,
y que negaronse todo derecho.

Allí están tus ovejas muy atentas,
haciendo distinción en tantas voces,
que cuando tu les llamas van contentas,
a todas por su nombre las conoces.

Allí están los amigos que encontraras,
los que tu amas de todo corazón,
tu viejo amigo aquel que te negara,
y aquel que te beso en su traición.

Allí están tus siervos oh Señor,
con manos diligentes en tu grey,
no esperan recompensa en su labor,
de nadie más que de su eterno Rey.

Allí están los pequeños, tus hermanos,
pidiendo tu consejo día a día,
uniendo hombro a hombro mano a mano,
por la familia de fe en alegría.

Allí también tus hijos Padre Eterno,
creciendo en tu amor y disciplina,
esos que más que el cielo o el infierno,
buscan hacer tu voluntad divina.

Allí están los que leen los que entienden,
Los que oyen y que tus palabras guardan,
Los que conocen que de ti dependen,
Y dejan que de amor sus corazones ardan.