II

ENRIQUE HORNA

II

Se ha acostado el día con tantas horas

Son las mías y del tiempo aquello

Son las blancas ausencias de lo invisible

Y las palabras vuelven a su necesidad

A su costumbre, a su calor

A dormir con la piel desnuda

Buscando la voz de su vientre

La brisa tiene los sueños

Los recuerdos besados  

Y las realidades más dolidas

Y ella la que no sabe nada

Son los ojos luminosos  de la existencia

Es dulzura sin pedir nada

El espacio no existe

Es indiferente al instante

No hay nada más  sublime

Que la mano tierna del corazón

Amando su nostalgia

Bebiendo su ausencia

Selladas en las cuitas del recuerdo

El rio que nunca se cansa

Va y viene como la vida

Es humilde y soberano

Se acuesta con el sol y la luna

A cargado la sangre y la miel

Las esperanzas de los humanos

Y las crueldades que nos hacen llorar

Pero ella la Mujer la de mil nombres

Las que nos ama con su blancura y su rojo

Las que nos da el alma

Entre aguaceros y arenas

Se mezcla con las plantas y las besa

Es una rosa de carne y hueso

Ama con la inmensidad del rayo

Y llora cuando el corazón lo regala

Tiene venas que afloran sus entrañas

Brinda  más amor que todo el universo

La humildad más dulce  sentada en la esquina

Y sonríe con el encanto de la fe

Es niña,  madre, compañera, amante, amiga

La que ha llorado las partidas

La que nos coge  la mano

Para regalarnos sus días.

 

EH                   

  • Autor: ENRIQUE HORNA (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de enero de 2019 a las 17:57
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 10
  • Usuario favorito de este poema: MARFRAM.
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