Espejismo Maldito (II Parte)

el jota

(Se sugiere leer el Prólogo: https://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-511469 y la Primera parte: https://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-522322)

 

SEGUNDA PARTE

“Los Padres”

I

     Al fin habían podido reunirse, los siete estaban presente en aquél ostentoso lugar. El único sitio que podía conectar la vida con la muerte. Esa Maravillosa estructura estaba frente a ellos y ahora tenían todo planeado, ya tenían el espejo, el ritual, los siete sellos que estaban representados con ellos y lo más importante de todo, las ganas de vivir la inmortalidad en la muerte.

     El Ritual había comenzado, las velas negras estaban en su lugar marcando una estrella de cinco puntas, todo estaba ubicado en un lugar estratégico, que hacía que la conexión con el inframundo estuviera más cercana. Entre la última palabra que mencionaron los siete sellos estuvo “Resurgir” y un fortísimo estallido retumbó en la capilla.

     La explosión había enviado a todos lejos de su lugar de inicio. De aquel espejo salió una figura esquelética, muy grande, con una cabeza llena de llagas, siete cachos que iban en distinta dirección y un fuego saliendo de la espalda, que estaba arqueada y caminaba como una araña gigante, sus esqueléticos brazos y piernas eran muy largos y su respiración era intensa, con un silbido que atormentaba a cualquiera que estuviera cerca. A pesar de ser un sonido muy fuerte, era como un chillido que aturdía y molestaba, tanto al oído más agudo como al más sordo.

    Los siete estaban en el suelo, desmayados, durante un tiempo estuvieron sin reaccionar, el primero que abrió los ojos fue Miguel, de treinta dos años, al recibir esa horripilante bestia tuvo miedo, nunca pensó que llegarían tan lejos. Lo primero que se le pasó por la mente fue escapar, sin embargo, sus músculos no reaccionaban a sus órdenes. El segundo en hacer un movimiento fue Juan Carlos quien tenía tan solo diecisiete años pero era el dueño de una inmensa fortuna, no tenía familia puesto que sus padres habían fallecido en un accidente aéreo cuando él apenas era un niño y tuvo que responder desde muy temprano a negocios, a mandatos y a dirigir empresas.

    Además cuando tuvo oportunidad comenzó a investigar todo lo necesario para nunca morir, pero lo más cercano a eso fue el desarrollo de una secta que mantenía las almas dentro del mundo de los vivos y los muertos. Él descubrió esta secta que se había desarrollado en distintos lugares del mundo, aunque no habían registro de lugares cercano a dónde él residía, por lo que reunió a un grupo de multimillonarios que pudieran cumplir con los requisitos de formar parte del origen de lo que llamaban el hotel de las almas.

    A diferencia de Miguel, éste jamás pensó en huir, todo lo contrario, mientras más adentro de la secta se sentía, más interesado estaba en formar parte de ella. Su cara de asombro era inigualable, en sus ojos tenía una luz que brillaba tan intensamente que sería capaz de cegar hasta a alguien con problemas visuales, su sonrisa, una sonrisa maquiavélica no se hizo esperar porque el orgullo que sentía, era tan inmenso que como muchos decían no cabía en su pecho. Por su parte, su corazón estaba que estallaba de emoción. Al fin había logrado lo que se había prometido, había logrado su sueño, un sueño que cumplió y que ahora veía con vida.

    El resto del grupo aún no habían despertado o eso parecía porque Damián, de cuarenta y dos años, estaba tirado cerca de la puerta tenía los ojos abiertos, pero intentaba no moverse porque el miedo y el arrepentimiento corría por sus venas. Sabía que lo mejor era quedarse allí inmóvil, hasta que tuviera la oportunidad de salir corriendo.

    Quien no tuvo la misma suerte fue Lucas, de cuarenta y dos años. No respondía en absoluto. Al parecer estaba tan cerca del lugar en el que ocurrió la explosión que lo dejó aturdido, no estaba muerto, sin embargo, estaba demasiado débil.

    Tanto Lucas como Damián eran los mayores del grupo y fueron los primeros en incluirse en el grupo de Juan Carlos, ambos se veían muy cercanos a la muerte, por eso no dudaron ni un segundo en decir que si a las locas ideas del joven Juan Carlos. Aunque no lograron encontrar una forma para no morir, si se acercaron a la forma de estar vivos dentro de la muerte. Ahora con esta nueva forma de vida podían asegurar que a pesar de que murieran tendrían una verdadera eternidad consiente y no una muerte que los tuviera aislados de todo ser viviente. El más cercano al cuerpo de Lucas era Fausto quien estaba siendo levantado por Jesús, el primero tenía cuarenta años, por su parte, el segundo, tenía veintisiete años.

     Jesús tenía veintisiete años y había sido diagnosticado con una enfermedad terminal por lo que decidió emprender este viaje, además hacía poco tiempo que tuvo su primer hijo y no quería dejarlo desamparado, quería verlo nacer, crecer y hasta morir y sabía que solo con esta secta sería capaz de hacerlo. Por eso cuando escuchó la propuesta que le mencionó su vecino Lucas, no tuvo más opción que decir que sí, total, ya la fecha de vencimiento de su vida estaba por llegar.

    Con Fausto era diferente, la verdad solo era un hombre curioso, excéntrico multimillonario y solo quería gastar dinero, cuando se enteró de la propuesta pensó que no había nada más exquisito que gastar dinero para poder ser eterno, tenía muchos hermanos pero era él quien tenía la responsabilidad de manejar la fortuna y los bienes de la familia.

II

    Miguel miraba a cada uno de sus compañeros, miró alrededor pero se dio cuenta de que tan solo había cinco de sus amigos, buscó con la vista al último de sus amigos, pero no veía a Santos por ningún lugar. Él quien estaba cumpliendo treinta y tres años ese mismo día, estaba desaparecido. De pronto escuchó un ruido, quejas y gritos que reconoció de inmediato como la voz de su amigo que vio que venía siendo arrastrado por dos seres muy extraños y deformes.

    Al parecer, no fue Miguel el primero en despertar como él había pensado, esos seres quienes venían arrastrando a su amigo eran unos consumidores, él sabía que eran los encargados no solo de atraer las almas de aquellos trabajadores conocidos como servidores sino también eran los encargados de castigar a los traicioneros de sangre llamados florentinos.

    Estos consumidores, eran seres deformes con una aureola alrededor del cuello, tenían una cruz volteada grabada en el pecho con una especia de quemadura, y se veía en su piel las costras de un color negro rojizo, además tenían unas alas esqueléticas que simulaban las alas de un ángel, pero que a diferencia de ellos no tenían plumas, porque eran alas de un ángel caído, todo esto por la sencilla razón que los consumidores eran los ángeles del infierno, no eran seres nacidos como tal sino que se transformaban en esas horrendas criaturas cuando ellos decidían servir de manera espontánea en el tercer nivel.

   Cuando los consumidores llevaron a Santos frente al demonio, pidió perdón pero se escuchó una estruendosa voz que dijo “Serás nuestro primer inquilino”, por su parte, Juan Carlos no perdió la oportunidad de decirle al demonio que quería ser el primer guardián del hotel, prometió serle fiel y mantener de la comunidad, prometió además que mandará a los consumidores para llenar el hotel de servidores, los mejores servidores que el hotel pueda tener y por último prometió que a través de los siete del apocalipsis comenzaría a crear la orden del hotel espejo y que pronto el mundo entero lo conocería.

     Y fue así que se creó la primera orden de la secta y Juan Carlos conversó con sus cinco compañeros sobre los castigos de los traicioneros y el destino de uno de los siete, que fue denigrado a Florentino. El castigo era una muerte inmediata, como le sucedió a Santos que murió el día que cumplía tan solo treinta y tres años y quien no pudo conocer a su hijo porque su esposa estaba embarazada cuando él murió, nunca comprendió la muerte de su esposo, desde el día de su muerte Santos rondaba los pasillos del hotel y nunca pudo mantener contacto con su esposa porque era parte del castigo de ser un Florentino.

     Cada vez había más padres formando parte de la orden y ya había algunos inquilinos dentro del hotel y ya contaban con al menos diez seguidores, a veces Santos era renegado a Servidor de segundo nivel para recibir a los nuevos servidores y para mantener el contacto entre los servidores del primer nivel y los del tercer nivel, todo era parte del castigo impuesto por el demonio y por el guardián para los padres que traicionaran a la orden.

    Aunque en la mayoría de los casos el primer inquilino eran los más adultos, los que tenían enfermedades terminales o aquellos mártires que ofrecían su alma para el servicio de la secta, en esta oportunidad era un padre que había sido por desacato al primer mandamiento “No Felonía” que establece que ningún padre puede huir, negarse a contribuir o traicionará a la secta de lo contrario sería castigado con una muerte súbita, se le negará el derecho de comunicarse con los familiares y puede ser relegado a servidor de segundo nivel.

III

     Ya cuando en el portal del espejo habían pasado aproximadamente treinta y cinco años Juan Carlos quien había dejado de ser guardián desde hace más de veinte años y estaba en su casa sintiendo el placer de ser atendido por una excelente persona, un joven llamado Augusto que era humilde y muy servidor. Ese hombre tenía una familia numerosa y con muchas necesidades. Por eso, aunque no era su trabajo, Juan Carlos sabía que delante de él había un excelente prospecto a servidor y fue por ello que decidió decirle a su empleado y amigo que sabía la necesidad que él estaba pasando con su familia y que aunque pronto él iba a morir o posiblemente se iría a un maravilloso hotel que quedada en las cercanías del sector en dónde él residía no quería dejarlo sin trabajo, por lo que lo mejor sería que fuera con él a aquél maravilloso hotel, que allí vivirían juntos y quizás lo viera caminando por allí pero lo mejor sería que él mismo se encargaría no solo que trabajara allí sino que su familia tuviera los mejores beneficios.

     Además de decirle que tendría que vivir en el hotel, le dijo que por nada del mundo podría decirle a su familia que trabajaría en ese hotel, puesto que era una de las principales reglas del lugar que por su prestigio muy pocas personas podrían saber de quienes eran los trabajadores y quienes residían allí. Aunque Augusto no entendía muy bien lo que decía su jefe, le dijo que le parecía muy interesante la propuesta, a pesar de que tendría que dejar a su familia les aseguraría una estabilidad financiera para la crianza de sus seis hijos.

     El joven muchacho no dudo ni un segundo en aceptar la propuesta, estaba pensando en cómo decirle a su Morgana, se sentía un poco entusiasmado y un poco triste por separarse de su familia pero sabía que era lo mejor para todos porque lo que menos quería era que su familia pasara hambre, ahora que su ya no tan joven jefe se iría y él se quedara sin trabajo. Las emociones de Augusto no lo dejaban descansar, en los últimos días que pasó con su jefe trató de pensar la mejor manera de decirle a su esposa y a sus hijos que los dejaría pero todo sería por un tiempo, que volvería cuando hiciera una cantidad suficiente como para buscar otro trabajo que no lo obligara a abandonar a su familia.

     Llegó el día y mientras Morgana hacía las maletas tenía una cara de pocos amigos, cualquiera podía notar que estaba molesta, pero no decía nada, había estado callada desde hace más de una hora, ya lo que tenía que decirle a Augusto se lo había dicho en el mismo momento que le reveló todo. La rabia no dejaba que se expresara pero todo lo que pasaba en su mente se estaba tecleando con la máquina de escribir que tenía en el hemisferio izquierdo del cerebro, aunque todo era en silencio.

    Las horas iban pasando tan lentamente como una perezosa y cuando menos lo pensó la esposa de Augusto explotó, no pudo guardar más silencio, no pudo soportar ver a su esposo despedirse de sus hijos. Eso fue la gota que rebasó el vaso, el límite de contención se había acabado y con una tensa calma le dijo que por qué no podía decirle a dónde iría, aunque ya él le había explicado en varias ocasiones el porqué no podía mencionarle nada acerca de a dónde iría le volvió a explicar calmadamente que esa era la única regla que debía seguir para poder trabajar allí, que no se preocupara que todos iban a estar muy bien, puesto que le prometieron que una buena cantidad de dinero les iba a llegar, que nada les iba a faltar.

    Su esposa lo amaba, sin embargo, estaba llena de resentimiento, por lo que antes de que saliera ella le dijo que si salía de esa casa que no se preocupara en volver, lo maldijo y le dijo que aunque trajera millones y millones a la casa, nunca le perdonaría que se alejara de ellos. Él quiso responderle pero ella lo detuvo y le dijo que no dijera nada, que lo mejor es que se fuera que a partir de ese momento él estaba muerto para ella y que sus hijos jamás volverán a saber de él.

    A pesar de lo dicho por su esposa, Augusto hizo caso omiso y le dijo yo regresaré, muy pronto estaré aquí con ustedes y volveremos a estar juntos. Aunque su esposa lo único que le respondió fue que no prometiera nada que no iba a cumplir y todo quedó allí, esas fueron las últimas palabras que ambos se dijeron.

IV

     Al principio de los días Augusto se sentía muy bien, porque no solo estaba con su ex jefe, sino que sabía que su familia mantenía una buena economía con lo que recibía de las ganancias del hotel. Pero luego se dio cuenta de cuánto extrañaba a su familia, fue a hablar con el encargado pero le respondieron que no podía salir. En tanto tiempo, Augusto, no había muerto no solo porque su esposa no lo olvidó sino que les recordaba todos los días a sus hijos que su padre los había abandonado y aunque no lo dijo nunca tenía en su cuarto una foto de él y rezaba diariamente para que su esposo estuviera bien y que pudiera volver en cualquier momento aunque solo sea para volverlo a echar y decirle que ella le dijo que no volviera jamás.

     La idea de escapar estaba rondando en la mente de Augusto, había llegado el momento de huir, porque era necesario, debía huir para poder encontrarse de nuevo con su familia, pero no podía decir nada, porque de lo contrario sería descubierto y no lo dejarían salir. Lo que le extrañaba a Augusto era que nunca veía a nadie más que a algunos inquilinos, eran los de siempre, incluyendo a su ex jefe y también veía de vez en cuando al encargado, aquella persona que lo había entrevistado el primer día que llegó al hotel, pero no había más empleados, otra de las cosas que no le gustaba era que desde hace un tiempo se sentía sin ánimos, estaba un poco demacrado y parecía que cada vez se hacía más viejo, por eso pensó que lo mejor era quedarse sin trabajo pero estar feliz con su familia.

     A las doce de la medianoche se despertó Augusto, pero aún habían personas recorriendo el hotel, lo mismo hizo a la una y nada, a las dos y a las tres siendo esta última vez el momento ideal para escaparse porque fue el único momento que de verdad vio el espacio vacío, ya todo estaba listo para ejecutar el plan que tenía, iba caminando despacio como siempre lo hacía, tratando de no hacer ruido y de no llamar la atención si alguien se le ocurría salir en ese momento. Nadie iba por los pasillos todo parecía que estaba saliendo perfecto, la puerta estaba a diez pasos de él y caminó en dirección allí con toda la precaución que pudo.

     Justo cuando logró poner un pie afuera del hotel, su mente le jugó sucio una serie de imágenes llegaron a su mente, veía a su familia destrozada, sus hijos estaban en los pasillos de su casa descuartizados, su mujer ahorcada, era una imagen tan horrible que no pudo moverse, luego vio como unos hombres esqueléticos que tenían una piel con heridas y llagas y sus espaldas tenían unas alas de ángel también esqueléticas, iban detrás de él.

    No era posible Augusto miró hacia atrás y vio las ruinas de un hotel, se preguntaba qué era todo eso, qué eran esas ruinas, comenzó a escuchar gritos de desesperación, algunos pedían auxilio, otros eran risas de placer, además escuchaba murmullos de personas rezando y de pronto sintió un dolor tan intenso en el corazón que era como si le hubiesen incrustado un puñal directo allí y sus piernas dejaron de reaccionar cayó en el suelo, no tenía energías para caminar, de pronto sintió que un grupo de hombres lo habían apresado, alrededor de él estaban las extrañas criaturas que había visto y un grupo de hombres completamente vivos y sanos que estaban protegiendo el lugar, lo agarraron y sin poder hacer nada se dejó llevar.

     Cuando lo llevaban las imágenes en su mente de sus hijos muertos seguían fijas, sus hijos Francisco, Juan, Luis, Dorian, Pablo y un pequeño David estaban en su mente, el dolor que sentía era insoportable, ya Augusto no era el mismo, ahora estaba arqueado, aquél hombre joven que había llegado sano y fuerte era ahora un anciano esquelético, jorobado y con las piernas flácidas parecía que tenía más de cien años, aunque ni siquiera tenía cincuenta años, pero no solo el cuerpo lo tenía encorvado, su boca también estaba levemente torcida, por lo que se le hacía difícil articular palabras.

     Un joven doctor atendía al nuevo paciente, padecía de una singular enfermedad, era tan inusual lo que tenía que no se había podido diagnosticar, tenía una mirada perdida, como si hubiera visto el peor de los horrores de su vida. Algunos le decían el nuevo, nadie lo conocía, nadie sabía el cómo y el por qué había llegado a ese lugar, solo sabían que lo habían llevado tres personas, que aunque nunca se atrasaban en los pagos, jamás lo iban a visitar. El nuevo siempre se mantenía sedado, estaba en un shock emocional que no se inmutaba ante nada, para algunos era lo mejor, para otros no podían negar la tristeza que les causaba, ese fue el gran final de aquel padre, más nunca lo fueron a visitar, quedó allí desolado y en estado catatónico eso sí nunca faltaba el pago para que lo siguieran cuidando.  

V

     La última vez que Juan Carlos supo de Augusto fue aquella tarde que lo vio un poco descolocado, tanto así que ni siquiera se dio cuenta cuando él lo intentó saludar, porque a pesar de que los inquilinos tenían fama de ser antipáticos con los servidores, él tenía una especial simpatía por hombre que lo ayudó en vida y por eso no dudó en recomendar a uno de los servidores de segundo nivel que mandara a buscar a los consumidores a uno de los hijos de Augusto. Él a esas alturas ya se había enterado la situación en la que se encontraba Augusto y sabía que el castigo para ello era dejar de mantener a la familia de este. Por lo que sabía que su familia la debía de estar pasando muy mal, ya que desde hace mucho tiempo debían de haber dejado de recibir dicho aporte.

     La soledad le estaba afectando a Juan Carlos, ya que no tenía familia y su único amigo en el hotel era Augusto, pero desde que él se fue su círculo vicioso se repetía una y otra vez. Todas las mañanas llegaba a una gran sala en dónde había un gran festín, allí comía y comía, con toda la gula del mundo, desde las frutas más hermosas hasta los más extravagantes manjares, comía tanto que quedaba harto, luego de ello iba a una habitación en el que vomitaba cada grano, cada bebida, cada pedazo de esos manjares que había ingerido, era tanto que para poder caminar de nuevo debía vomitar todo en ese lugar, porque de lo contrario no podía dar ni un solo paso.

    En una esquina se encontraba un servidor de segundo nivel, este se encarga de controlar que todo se diera como debía ser, además ordenaba a cada servidor de primer nivel para que almacenara todo el vómito en unos recipientes. Ni los inquilinos, ni los servidores de primer nivel lo sabían, pero los servidores de segundo nivel estaban al tanto de que todo lo que consumían los inquilinos en esa habitación era producto de lo que desechaban el día anterior, es decir, esa comida tan exquisita que estaba frente a ellos era solo comida putrefacta, aunque ellos no lo sabían y por eso la comían como si jamás pudieran volver a comer en su vida.

     Luego de que Juan Carlos llegara al límite de la comida se iba a la segunda sala, en aquella el placer culposo era el sexo, aquella recamara gigante era conocida como la Cámara Lujuriosa, allí el sexo desenfrenado se veía por doquier, era el único lugar en el que se veían mujeres, porque en ninguna otra parte del hotel habían mujeres. En ese Lugar habían hombre y mujeres esperando para satisfacer los deseos de los inquilinos, aunque Juan Carlos iba directo a buscar mujeres, había muchos multimillonarios que solo se satisfacían con otros hombres y también había algunos que tenían relaciones tanto con hombres como con mujeres, lo que sí era seguro era que el sexo era libre, habían parejas, tríos, orgías, pero también había otros que sentían placer solo al ver a otros teniendo relaciones, habían niños, jóvenes y adultos, pequeños y grandes, gordos y flacos, en fin había para todos los gustos.

     Una vez más, se veía a muchos servidores de primer nivel y uno de segundo nivel que veía muy sonriente como los inquilinos tenían sexo desenfrenado con horripilantes criaturas, cuyas carnes putrefactas despedían una sustancia acuosa y que tenían furúnculos por todo el cuerpo que tenían un olor nauseabundo, aunque no podían ser sentida por los inquilinos, los servidores de primer nivel que aún no habían muerto cuando pasaban por allí se iban en vómito, sin embargo, los que estaban casi muertos eran mandados allí para limpiar el lugar.

VI

     Nada de lo que pasaba en esos lugares eran percibido por los inquilinos, ya que ellos estaban en una especie de portal que los tenía en un mundo paralelo, ellos formaban parte de un multiverso, que percibían la putrefacción y lo asqueroso como cosas bellas y deliciosas, todos las salas que habían en el hotel tenían esta misma propiedad, pero Juan Carlos solo tenía permiso para entrar a estas dos, cada uno de los inquilinos debían mantener eternamente las dos salas que escogían el día de su muerte. Había sala de juegos de azar en el que siempre perdían, pero regresaban al día siguiente para volver a jugar, había otro en dónde el dinero era la principal atracción allí habían máquinas de hacer dinero, había oro y diamante, pero no servían para nada porque allí dentro no tenían la potestad de comprar nada.

     Y así habían ciento de habitaciones con distintas funciones, una de esas habitaciones tenía una singular atracción, allí el dolor y el sufrimiento era el placer para los inquilinos. En esa habitación cada inquilino tenía el cuerpo de una persona atada, aunque ellos no sabían de quienes eran esos cuerpos les daba placer hacerlos sufrir, los cuerpos siempre tenían la cara tapada con un saco, que estaba lleno de sangre mientras ellos les causaban el daño más extremo que pudiera, esta habitación no escapaba de ser igual al resto que tenían varios servidores de primer nivel y uno de segundo.

     Los de segundo nivel eran los únicos que veían la verdad, en este caso, mientras los inquilinos herían, maltrataban, apuñalaban y descuartizaban los cuerpos día a día, los cuerpos se regeneraban para volver a pasar al día siguiente por la misma situación, ellos podían observar como esos inquilinos causaban daño a su propio cuerpo, todo lo que pasaba en el hotel era un mero espejismo que aunque para los inquilinos era un paraíso, los servidores de segundo nivel eran testigos de cómo los inquilinos vivían su propio infierno allí. Ellos eran los único que podían saber la verdad porque, por un lado, ya estaban muertos, por el otro, era en ese momento que ellos recibían el verdadero pago por estar atados a ese mundo paralelo.

     Ellos, quienes consiguieron la muerte por culpa de aquellos padres, tenían en ese momento su premio, por eso podían ser testigos de la verdad, aunque también sabían muy bien el detalle de que mientras esas personas eran conocidas como padres eran los encargados de mantener la familia de aquellos servidores de primer y segundo nivel, además de darle trabajo a los familiares de los consumidores.

     También conocían muy bien, que mientras los padres estaban con vida eran los encargados de enviar un sobre blanco a sus familiares, ese sobre debía tener un sello cuyo símbolo era una hache con una especie de cruz volteada, debajo de esa cruz y en la misma línea se formaba una e mayúscula al derecho y al revés, esas dos caras simbolizaban el reflejo. El sobre venía a nombre del servidor y allí tenía el dinero. Absolutamente nadie podía saber lo que ese sello significaba, nadie podía buscar información acerca del sello, solo se podía encontrar una que otra información referente a que si recibías ese sobre era porque algún familiar trabajaba para uno de los lugares más exclusivo del mundo entero.

     Solo los trabajadores y los socios de dicha organización tenían la seguridad de cuál era el lugar en dónde trabajaban esos familiares, porque si había una regla para ellos era que nadie podía saber nada acerca de ese lugar. Aunque en la actualidad una persona logró no solo saber el lugar de donde provenía ese sobre también había tenido la oportunidad de hablar con uno de los trabajadores de ese lugar. Era el único que llegó a saber que aquel misterioso sobre y el legendario hotel “Espejo”, que tenía tanto prestigio, tenían conexión, esa persona era hijo del primer ilegítimo y hermano de la primera persona que dijo a donde trabajaría, esa persona se llamaba David.

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  • Autor: El Jota (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 21 de diciembre de 2018 a las 15:19
  • Comentario del autor sobre el poema: Es un cuento inspirado en una realidad, una realidad que nos persigue y que comenzó como algo maravilloso y terminó siendo un desastre. Nota: Leer el Prólogo y la primera parte
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 19
  • Usuario favorito de este poema: Elizabeth97.
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Comentarios1

  • jecsebell_perez

    Waooo empezaré a leerlo con calma me interesa... Genial

    • el jota

      Gracias! Y espero comentarios jejeje... Más allá del comentario en sí, es para así poder leer opiniones. Muchísimas Gracias.



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