Soy dos, soy uno

Soy dos, soy uno
Soy dos, soy uno

Ahí fuera soy un esclavo pasivo, un viajero en el tiempo
Poniéndome donde la vida ordena sin descanso ni recreo
Soy la prisa, y corro con el deseo de tocar lo que no veo
Hoy soy realidad; mañana, recuerdo; pasado, un cuento

Aquí dentro soy Cristo desalojando de males su templo
Con la pausa y con la paz de aquel que no ansía el trofeo
Soy algo que no he visto y tal vez algo que no creo
Hoy, mañana y siempre eterno como un sentimiento

Soy dos, soy uno
Soy dos, soy uno

Ahí fuera no distingo la melodía del ruido, soy un necio
Me confundo entre susurros que no llegan a mi oído
Soy el pájaro trashumante que nunca olvida su nido
Ni peón ni comandante, no formo parte de su ejercicio

Aquí dentro busco un tabú en el diccionario del silencio
La palabra perdida que sirva de farol a un Sol tímido
Soy un hobbit en la Comarca regateando al destino
A la vez obrero y monarca: tez desnuda: cuero regio

Soy dos, soy uno
Soy dos, soy uno

Ahí fuera soy mil sombras en la cima de la cumbre
Hojarasca, aquel que vuela pero no siente la brisa
Soy el violinista en tu tejado colgado de la cornisa
Amarrado por la cuerda de la incertidumbre

Aquí dentro soy la luz que hace posible la lumbre
El viento que guía a la pluma hacia una brasa sin prisa
Soy el jardinero que forja la primavera bajo su camisa
Y en el invierno agradece el infierno de su servidumbre

Soy dos, soy uno
Soy dos, soy uno

Al pasar por la calle donde se oyen los sueños dormir
Se juntaron leña y fuego, lluvia y techo, alma y hueso
Y entonces el verso adquirió el peso de un beso
Y dejar de escribir se había tornado en dejar de vivir

¿Entonces somos dos o soy uno? ¿Lo puedo descubrir?
Preguntas, sólo eso, certezas se exiliaban de mi seso
La cicatriz estaba en mí y yo creyendo estar ileso
Veneno y elixir, vivir para morir: son apodos de escribir