LA NOCHE DE LA PATRIA.-

Raiza N. Jiménez E.



 

Era una de esas noches sombría, la noche de la conciencia.
Era una de esas noches frías en que el alma está cansada
y sólo desea descansar y reposar de un gran hastío y dolor.

Así, son las noches oscuras frías, silenciosas y temerosas de

la traición, en que el dolor aparece y no sabes por qué y para qué..

 

¡En la oscuridad se oculta el mal y has de llevar tu luz para andar en ella!

 

Esa era una noche fría, tan fría como las blancas nieves siberianas.

Noche de fecundo y agreste invierno, de esos inviernos de soledades,

donde el abrasador frío se cuela por las paredes, por las ventanas por

los intersticios de las puertas por la piel de nuestros cuerpos.

Era una de esas noches sombría, la noche de la conciencia.

Era una de esas noches frías en que el alma está cansada

y sólo desea descansar y reposar de un gran hastío y dolor.

 

Así, son las noches oscuras frías, silenciosas y temerosas de

la traición, en que el dolor aparece y no sabes por qué y para qué…

 

¡En la oscuridad se oculta el mal y has de llevar tu luz para andar en ella!

Esa era una noche fría, tan fría como las blancas nieves siberianas.

Noche de fecundo y agreste invierno, de esos inviernos de soledades,

donde el abrasador frío se cuela por las paredes, por las ventanas por

los intersticios de las puertas por la piel de nuestros cuerpos expuestos

a la inclemencia de unos vivos que desean preservar a los muertos, a

los muertos.

 

¡Reguardar tu cuerpo del frio no calienta ni a tu corazón ni a tu alma!

 

Las noches de invierno con sus heladas son noches de muerte, sí,

de muerte. Muere el calor, muere el fuego, mueren los pobres que

suelen deambular por las calles sin techo, sin abrigo, ni sustento,

echados a su suerte y muerte.

También muere la pasión convirtiéndonos en gélidas estatuas,

que ven sin ver. Allí se asoman los llantos formando perlas

salinas de hielo, estamos congelados

 

¡El frió en el corazón congela los sentimientos del bien y deviene la muerte!

 

Esta noche, en especial, hay muchos ojos que lloran, son madres, esposas,

hermanos e hijos que derraman lágrimas de dolor, por el futuro que se les ha ido.

Sus corazones marchitos por la pena, el horror y la muerte las consumen de tristeza.

Es que ya no pueden ver las esperanzas en los cuerpos de sus hijos porque mueren en

los fogonazos de las bombas y metrallas, que ni el mismo frío logra aplacar…

 

¡El llanto es el dolor líquido que limpia y prepara el cuerpo para la acción!

 

Es el frío de la muerte, es por la patria, que sus hijos mueren, es por la Patria.

Algo grande muere dentro de nosotros, algo grande está muerto en ellos.

Si son nuestros los hijos que mueren ultrajados en sus demandas de fecunda

y ansiada libertad, son los hijos de una Patria que no existe, pero que ha sido,

que era y hoy muere en la roca helada de los corazones opresores del futuro.

 

¡Todo lo que muere renacerá si se mantiene viva la semilla de la vida!

 

Hoy no hay alegría porque sólo la muerte que petrífica y destruye todo está viva.

Es muerte ha venido a cobrar la inocencia, ha acudido a llevarse la fuente de vida.

Impasibles en la oscuridad vemos pasar el desfile de la canalla y sus caravanas de

enterradores, haciendo las delicias de fúnebre ritual que anuncia la muerte de sus 

hijos, por la grotesca villanía de los tiranos y muchos “no saben lo que hacen”…

 

¡Dejad a Dios lo que es de Dios y a los hombres lo que es de los hombres!

 

Esta noche hay muerte detrás de las murallas, el frío corroe los huesos.

Todos oramos, pedimos por los vivos, porque los muertos han honrado con

su juvenil existencia en los albores de una patria vieja que ha de renacer,

en esta noche de densa calma y copiosa lluvia los ruidos enturbian los gritos

y lamentos torturantes de la inocencia que se inmola sin respuestas doliente.

 

¡La oración ayuda a preparar las almas para la acción radical!

 

Esta noche en especial, fría oscura, silenciosa, turbia y cómplice el viento azota

este rostro convirtiéndolo en hilos cristalinos todo el llanto que brota de mi

enfurecida alma y me he desvanecido en el tiempo para no estar, para no saber,

para no pensar, pero sé, y un aguijón de conciencia no me permite el descanso 

y permanezco vigilante y en perpetua oración y es por la Patria.

 

¡El llamado de una Madre es imposible de resistir y hay que estar atentos!

 

Esta noche ha muerto la inocencia, han muerto las ilusiones, ha muerto

el futuro y tendrá que florecer una nueva conciencia para restaurar

el horizonte perdido pero que está sembrado en la memoria y los corazones.

De nosotros, los fieles testigos de que un día, fuimos hijos de una Patria.

Algo muy grande murió esta fría noche, pero nacerá en los hijos de los hijos.

AMEN.

 

¡La vida de los caídos siempre ha sido el motivo para RENACER!

 

Raiza N. Jiménez/

 

  • Autor: Rainajim (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de noviembre de 2018 a las 06:52
  • Comentario del autor sobre el poema: Así han sido las noches de mi patria..símil de la triste noche de los lápices...La historia se repite y los muertos cobrarán a nuestros nietos nuestra indiferencia.Es por la patria.Es por la patria que no duerme ni muere, morimos nosotros.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 15
  • Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, María C..
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Comentarios2

  • Raiza N. Jiménez E.

    Y sucedió en una noche y sigue sucediendo en muchas noches y días, ante los ojos indiferentes del mundo. Las noches frías del alma traen el ultraje y la muerte.

  • María C.

    Mucha verdad es lo que escribes y comentas, hay demasiada indiferencia campando a sus anchas.
    Un abrazo solidario.



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