TEMORES, PÁNICO Y MIEDO

El miedo torna en temor.
Y a pánico cambia el miedo,
cuando se pierde el control,
de los delicados nervios.
Al albur queda la vida,
que en esa debilidad,
la razón pierde su acento.
Queda preso el pensamiento.
Mientras sucumbe el cerebro,
en un caos emocional.

Hay temblores de dolor,
y emocionantes temblores.
Temblores de indignación,
de la impotencia nacidos.
Como brotes de emoción,
que soportan los sentidos,
cuando lo justo es traición.
Y en los brazos doloridos,
se apila el peso cautivo,
que anida en el corazón.

El aire arrastra el azufre.
El viento peina las penas.
Como gigantescas sierras,
que trocean el rencor,
repartiéndolo sin pena.
El miedo así se apodera,
de la débil criatura,
que anida en el interior.
Dando saltos de dolor,
la idea absorbe las dudas.
Dando bandazos sin tino,
llevada por el terror.

La sombra se va alargando.
En ella se oculta el miedo.
Y en un momento sin tiempo,
brota ardiente como el fuego,
empoderándose luego,
para arrebatarlo todo.
Temores que van naciendo,
en los escondidos restos,
de ancestrales sentimientos.
Soberbios son los ataques,
que rompen el intelecto.

La calma va enfriando el miedo.
Piden sosiego los órganos.
La voz se queda entremedias,
perdida entre los recelos.
Y un grito ahogado se nutre,
de los ateridos nervios.
Como un crisol de rescoldos,
entre las brasas cautivo.
El pánico vive dormido,
hibernando entre la herrumbre.
Cual vacilante noctámbulo.

Temores que salvan vidas.
Alertando del ataque,
que agrede con su embestida.
En alerta los sentidos,
como resortes prendidos,
de los hilos de la vida.
Protegiendo los temblores,
que nacen como cuchillas,
amputando las razones.
Dispuestos a devolver,
golpe por golpe al temor,
sus terribles pesadillas.

En el suspiro profundo,
se van marchado los miedos.
Como en los ríos el agua,
sacia la sed de los mundos,
dándoles así consuelo.
A.L.
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