Sobre mi lado derecho.

La mejor forma en la que logró conciliar el sueño es boca abajo: abrazo un poco la almohada con la mano derecha, mientras la izquierda, hecha un puño queda exactamente sobre mi pecho, justo encima del corazón, me permito sentir cada lento y apacible latido de él y poco a poco me abandono al sueño, podría intentar cualquier otra postura pero ninguna me da la certeza de encontrarme directamente con los brazos de Morfeo, cualquier otra forma me quita tiempo de descanso.
Todos dormimos de diferente forma, tu por ejemplo, lo haces recargado a tu derecha y flexionando las rodillas hasta obtener la famosa "posición fetal".
Pocas veces he tenido la placentera dicha de dormir contigo y en cada ocasión de manera involuntaria me recuesto sobre la derecha y notó como se lleva a cabo en mi anatomía un rito totalmente distinto al que acostumbro.
Mi mano izquierda se toma la libertad de rodear tu cuerpo o bien, únicamente posarlo sobre tu brazo, justo encima de tu tatuaje que nos gusta tanto, mis piernas quedan extendidas y alguno de mis pies busca inquieto el más mínimo contacto con cualquier parte de tu ser; mi mano diestra asume la tarea que siempre ha pertenecido a la izquierda, permanece inmóvil sobre mi busto dándome cuenta del radical cambio que ejerce tu presencia pues el órgano que yace ahí no bombea con la misma quietud que al dormir sola, se acelera y golpea más fuerte contra mi caja torácica, tanto, que podría asegurar como en el sublime silencio de la noche se escucharía su estruendoso palpitar a kilómetros de distancia y sin necesidad de esperar como suele ser cuando me acuesto en solitario, me encuentro profundamente dormida, acompañada de ti, de paz y de calma, un conjunto que me parece más digno de una utopía que de esta realidad.
Pasadas unas horas, despierto y te encuentro frente a mi, quieto como si no hubiera pasado un segundo aunque quizá ya no me encuentre con mi mano posada en tu cuerpo... Con la poca luz de tu habitación y mi pupila dilatada tanto por la falta de iluminación como por la excitación de sabernos en la misma cama, admiro dos lunares que tienes en la espalda... Sigilosa, he intentado tocarlos pero me aterra la idea de interrumpir tu reposo así que decido contemplarlos y en su defecto prefiero cobijarte con una manta y envolverte con mi brazo para que no pases frío. Solo entonces permanecer despierta de madrugada es un beneficio y no un desperdicio de tiempo, solo así no es difícil dormir sobre mi lado derecho.