Northerd

Zield

Cayó la mirada y la claridad junto a ella marchó, la realidad cruzo el misterio del crespúsculo, en él se fundió su consciencia, tranquila y libre en lo alto de la cumbre, la noche dimensional en su encanto solitario susurra del norte, desde su innata calma la frescura del roció clama siempre lejana, el profundo despertad.

Y en sus alas se precipito el calor de mi voluntad, de espaldas al mundo, descendió al vacío del correr cristalino del agua, en su final el  renacer resguardó el fulgor secreto con el que nos elevamos cual águila toma elegante su vuelo,  cortamos el viento índigo, hacia las nubes azuladas, más allá, oh mística bóveda perlada y radiante luz lunar, trasmutando cada silueta  oscura y su luz trazando despacio su primigenia tenebra.

En su compás toda magia, toda infinidad estelar extendiéndose galante por doquier, arcana y difusa decorando los enigmas de la penumbra, en su inmensidad vasta estas tan cerca y lejos a la vez padre, todo se viste y habla en mil formas de ti, desde aquí soy tu espejo, y su reflejo toda creación te manifiesta adonde mire, a donde piense ahora sé que allí estas presente.

 

Al ocaso oh Freyja en toda su extensión la venus y su adversa seductora, contemplando bajo la gracia lo que te rodea, fue en tu espiral magnética, que tu amor en un instante atravesó mi pecho, en tu éxtasis extravié mis ojos y vertí sin remedio mi adoración,  todo ante ti se descoloró, pues ese color siempre a ti te perteneció

 

Y en tu eclipse la pasión, ese grito de furiosa libertad, me llama a la tentación de arder despacio en tu fuego, sin que nada más que tu importe, tú provocar fascinante la llave a la puerta más libre, morada sacra, profunda y crepitante del instinto más fiero.

 

Hacia el naciente, fortaleza imparable que derriba toda oposición, poderoso padre Tronador .Thor, briosas tormentas llevan tu voluntad inquebrantable que hieren los cielos a tu paso,  tu temible centella azul labra la tiniebla más oscura, haciéndola tuya, sin contemplación  ninguna, tempestad oh tempestad divino es tu vigor, el final irremediable de toda perturbación.

 

En lo austral, resplandeciente padre Balder, pradera de la vida en el  abrigo de tu sol, en tu paz reposa mi admiración, calma armoniosa que asciende tal cual alevilla, buscó tu fervor oculto en la lejanía del retoño, al término del camino, tras la quietud de la cruzada, esperadme una vez más, bajo el último concilio redentor y la suave guarda del venidero amanecer.

Ver métrica de este poema
  • Autor: Zield (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de octubre de 2018 a las 18:56
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 37
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.