La Leyenda De La Nube Y El Corazón De La Tierra (Mixtli y Tlayolohtli)

neosan


AVISO DE AUSENCIA DE neosan
--Indeterminado.--


 

Rodeado de grandes montañas, praderas y ríos, un paraíso y un reto sobre el vasto valle, el gran imperio se alzaba, la gran Tenochtitlán emergía de entre las aguas, en una espléndida y perfecta sociedad, con una arquitectura envidiable y una ciencia prometedora; una ciudad que iba más allá de lo pensable para aquellos tiempos, una ciudad digna de los dioses, un regalo para Huitzilopochtli. Pero la paz no dura para siempre, las alianzas se forjan y se rompen con el paso del tiempo y los estruendos de la guerra suenan otra vez, pero aun en tiempos oscuros, de odio y traición, el amor se muestra como una luz que se aferra a no ser extinguida, una antorcha que alumbra la esperanza.

Mixtli era una joven mujer muy hermosa con cabello oscuro como la noche, con grandes caderas que llamaban la atención de cualquier hombre, tenía unos ojos tan radiantes que con tan solo mirarlos quedabas atrapado en un trance en el que hasta el propio Ehécatl sucumbía suspiros, alzando sus rizos para tocarlos, pero su corazón ya le pertenecía a un joven guerrero llamado Tlayolohtli, fuerte, valiente, y respetado por todos pues a más de uno le había salvado la vida.

Los dioses del cielo y la tierra se alegraron por la belleza de la ciudad, Quetzalcóatl surcaba los cielos y reposaba entre las nubes para admirar la vida que había en ella, Otontecuhtli rugía en la gran montaña para que lo admiraran y en la ciudad lo alabaran, Tláloc bajaba al lago y en ocasiones se le podía ver como un hombre en una barca navegando y Huitzilopochtli deambulaba por las calles de la ciudad, claro disfrazada de uno más, pero era inevitable no darse cuenta por el destello que desprendía. Era un paraíso que los dioses adoraban mucho, y disfrutaban de ver a Mixtli y Tlayolohtli demostrándose su amor, sin entender la razón de tal afecto, a veces era demasiado que hasta Quetzalcóatl se le veía colorado entre las nubes, mientras Tláloc los mecía suavemente entre sus aguas.

El amor entre ellos era realmente notorio, iba más allá de lo normal, no solo era procrear, cuando estaban juntos los dos estaban a la par, no había superior ni inferior, como se acostumbraba en aquellos días, pues la mujer no podía ser considerada para puestos importantes ni estas a la par de un hombre. Él solía traerle regalos, piedras preciosas y pieles, ella lo esperaba siempre en la Calzada a Tepeyacac, cuando él se acercaba ella bajaba la cabeza en señal de respeto, pero Tlayolohtli le levantaba la barbilla para mirarla a los ojos y saber que estaba en casa, besaba siempre su frente mientras tocaba sus mejillas y aspiraba el dulce aroma de las flores que llevaba en la cabeza. Los demás solo miraban sin entender la grandeza de su amor.

Pero la casa de Texcoco (tetzcocanos), desde un principio se había resistido a la alianza, estaban renuentes ante varios aspectos de la gran urbe, así que llego el día en que no resistieron más, la espina clavada durante generaciones al fin ya era demasiado grande y había llegado la hora de arrancarla; pero no podían hacerlo de golpe, esperaron que los guerreros salieran como cada día a las zonas alrededor del lago y un poco más lejanos, pues salían a cazar y vigilar que no hubiera enemigos al rededor.

Esa tarde cuando cada grupo se disponía a regresar, comenzaron a atacar pues en cada grupo había guerreros de la casa de Texcoco, Tlayolohtli vio entonces como sus amigos se volvían enemigos, insistió que no debían hacer eso, que no tenía sentido pelear entre ellos, entonces uno de ellos dijo, no somos más tus amigos ahora somos tus enemigos, no tuvo más opción y tomo su Macuahuitl para defenderse, así que él y otros acabaron con algunos de ellos, otros más huyeron, no los persiguieron, Tlayolohtli decidió regresar de inmediato a la ciudad, sin demora alguna sin sentir cansancio, mientras bajaban de las montañas vio un resplandor, vio como la ciudad ardía en llamas, el temor y la ira se apoderaron de él.

Los dioses se reunieron en la montaña de fuego, enfurecidos por tal acto, dialogaban al respecto pero Mictlantecuhtli indico que no deberían interferir, los hombres siempre arruinan todo, deben ellos resolver sus propios asuntos o morir por ellos, los dioses aceptaron, Huitzilopochtli acepto sin más remedio, seguía pensando en donde había quedado la belleza de su ciudad; entonces los dioses se dispersaron decidieron no interferir más.

La noche finalmente callo, mientras Tlayolohtli seguía su camino a toda prisa, vio como un colibrí brillaba al lado de él, fue entonces que Huitzilopochtli recordó la oración de Tlayolohtli le hacía cada día, “Me postro ante ti mi dios Huitzilopochtli, como tu guerrero fiel, cada sacrificio lo hago a ti, el corazón de mi enemigo es tuyo, como lo es mi vida, bendice mi Macuahuitl para no fallar y siempre cuida de Mixtli, mi hogar, mi fuerza”, al recordarlo decidió ir a la ciudad acosta de lo que Mictlantecuhtli había dicho, al llegar ahí, vio su ciudad convertida en un infierno, un completo caos, los sacerdotes implorando a Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl los aceptaran en el mictlán, los gritos y los muertos con el corazón arrancado por todos lados se veían, Huitzilopochtli buscaba a Mixtli entre muertos y vivos, pero ella estaba en el mismo lugar de siempre, sobre la Calzada a Tepeyacac.

Entonces un guardia arremetía contra Mixtli, ella solo cerró los ojos esperando morir con la desilusión de no volverle a ver, pero Huitzilopochtli honraba la súplica de Tlayolohtli, protegiéndola, rodeando a Mixtli de luz, expulsando a aquel que se le acercaba; había faltado al acuerdo de los dioses, pero eso ya no le importaba, llamo a Tláloc para que derramara lluvia y devorara las llamas que amenazaban la ciudad, pero este se reusó sin soltar una sola gota.

Mientras tanto Tlayolohtli y los otros llegaban a la calzada, y miraban a Mixtli a lo lejos, uno de ellos le dice, sabes lo que tienes que hacer, un guerrero hace su deber, ella es de Texcoco, lo sé bien, aguarden aquí, se acercó a Mixtli, ella como siempre cabizbaja, y el hizo lo de siempre, levanto su barbilla, la tomo de las mejillas, le dio un beso en la frente, y le dijo mi deber es proteger mi hogar, tú; Mixtli susurraba no tienes que hacerlo, es mi deber, quiero que bajes la cabeza y no la levantes hasta que pasen, después seguirás de frente sin mirar abajo, entiendes, y sonreirás de nuevo en la mañana, (mientras la tomaba de las manos) tienes que hacerlo, estarás bien. Tlayolohtli dio la vuelta, le dio la espalda, avanzo unos pasos y mirando de frente a los otros con los que iba dijo en voz alta, nuestro deber es proteger nuestro hogar, y así será, tomo un Técpatl de pedernal que guardaba y cortó su garganta, cayó al suelo y un fuerte golpe cimbró el corazón de Mixtli, ella no se movió de donde estaba, solo las lágrimas rodaban al suelo como lanzas, Huitzilopochtli solo miraba asombrado, preguntándose ¿qué hace?, es mi guerrero su sacrificio debe ser por mí no por ella ¿A esto llaman amor? y los otros con los que había llegado siguieron de frente sin prestar ninguna atención a Mixtli, pues habían entendido el sacrificio de Tlayolohtli, Mixtli comenzó a avanzar como le había dicho, pero se detuvo, estando al lado del cuerpo de Tlayolohtli, no pudo continuar más, su corazón no se lo permitía, así que lo tomo en sus brazos con fuerza, llorando imploraba a Huitzilopochtli lo salvara, al ver esto Huitzilopochtli tomo forma humana y se acercó a ella, trato de consolarla, él ya ha marchado al mictlán y tendrá su lugar en Tonatiuhichan (Casa Del Sol) como mi guerrero que es, pero tu mi señor puedes devolverlo, ¿cierto? Le decía ella suplicando, pero Huitzilopochtli no podía hacerlo, yo no puedo hacer eso, pero se quién puede, entonces llama a Mictecacíhuatl la señora de los muertos, la cual acude a él, oh señor Huitzilopochtli me honra usted con su llamado, he estado un poco ocupada como puede entenderlo, dígame en que puedo ayudarlo, ¿puedes traerlo de regreso?, ¿ha él? ah sí lo acabo de llevar hacia el camino al mictlán, además mi señor eso está prohibido, solo hazlo, es posible una vida por una vida…, pero Huitzilopochtli no tenía una vida que dar, no humana; Mixtli grita, yo tengo una, la mía; Huitzilopochtli se enfurece al oír esto, que dices insensata él ha dado su vida por ti, por qué quieres darla tú, insultas su sacrificio, mi señor disculpe mi ofensa pero solo él puede salvar su ciudad, mi hogar, yo no puedo hacer nada, él siempre fue un guerrero suyo, Huitzilopochtli al escuchar esto acepta, hazlo Mictecacíhuatl, enseguida mi señor, vamos mi niña es hora de irnos, y toma el alma de Mixtli, su cuerpo se devánese pero Huitzilopochtli la atrapa en sus brazos antes de caer al suelo, mientras la herida del cuello de Tlayolohtli cierra y recobra las fuerzas, despierta y ve Mixtli desmayada en los brazos de un hombre, este se enoja y arremete contra él, ¡detente ahí insolente!, ¡cómo te atreves a ofenderme a mi tu dios!, al escuchar esto Tlayolohtli se detiene… mi señor Huitzilopochtli, que, ¿qué ha pasado?, no debería estar aquí, ¿qué le pasa a Mixtli?, el hombre es una especie extraña joven guerrero, ella dio su vida por ti, pero yo la había dado por ella ¿porque?, eso es algo que no entiendo, pero estas devuelta porque ella así lo quiso, ahora me servirás de nuevo como mi guerrero y retomaras mi ciudad en mi nombre, este es mi deseo y el de ella, ¿entiendes?, lo entiendo mi señor estoy para servirle, que pasara con ella, descuida su cuerpo lo cuidare hasta tu regreso, Tlayolohtli se dispone a salir de inmediato, pero Huitzilopochtli lo detiene, espera te daré mi bendición, y plumas de águila lo cubrieron formando una armadura resplandeciente, ahora ve mi guerrero águila y devuelve el resplandor de mi ciudad, Tlayolohtli entra a la ciudad de inmediato, los otros al verlo pensaron que era el mismo Huitzilopochtli quien luchaba, Los tenochcas y tlacopanecas al verlo se llenaron de esperanza, recobraron las fuerzas para luchar, pensaron que Huitzilopochtli estaba de su lado, mientras tanto los tetzcocanos intentaron detenerlo, otros más se rindieron al ver la destreza con que luchaba, pues las flechas no traspasaban la brillante armadura, Tláloc que había estado mirando entre las sombras derramo lluvia sobre la ciudad apagando las llamas que la calcinaban. Lucharon con gran honor y determinación obtuvieron de nuevo el control de la ciudad, conquistando la gran pirámide que tocaba el cielo.

Tláloc y Huitzilopochtli vuelven a hablar, te tardaste un poco viejo amigo, mejor tarde que nunca, se les une Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli a la conversación, es todo mi señor por esta noche, tendremos un gran banquete, sobre aquello cuídala bien, no quiero que mi guerrero se preocupe, así será mi señor, yo misma la llevare hasta Tonatiuhichan, donde esperara a tu guerrero hasta su momento, Huitzilopochtli asienta, la esperanza aun no desaparece, el hombre puede traer muerte, pero también la esperanza, solo se necesita ayudarlos un poco, ahora lo vez Mictlantecuhtli, este no dijo, cada uno se retiró a sus aposentos.

Huitzilopochtli espero el regreso de su triunfante guerrero, Tlayolohtli llega aprisa, lo hicimos mi señor, vencimos y logramos recuperar la ciudad, lo he visto, eres un digno guerrero, he cumplido mi misión señor, tráigala de vuelta a mí se lo suplico conseguiré el sacrificio, joven guerrero eso no es posible, ella ya ha cruzado el mictlán y se le ha permitido la entrada a Tonatiuhichan, este mundo ya no tiene lugar para ella, debes honrarla, vivir y cuidar la ciudad, por ella y por mí, y el día que llegue tu hora Mictecacíhuatl y yo vendremos por ti, y te llevare a Tonatiuhichan donde ella te esperara, aun no entiendo eso del amor, pero estarán juntos en la muerte, donde el tiempo no existe, donde su amor podrá seguir por toda la eternidad, toma su cuerpo y darle digna sepultura, mas no olvides vivir cada día como guerrero digno y así te ganaras tu lugar en Tonatiuhichan. Al parecer el amor puede ser una fuerza muy poderosa si se sabe aprovechar, úsalo siempre a tu favor.

Entonces Huitzilopochtli se convierte en colibrí y vuela hacia el amanecer que comenzaba, Tlayolohtli mira y siente como la luz besaba su rostro, cálida y suave, y mirando al cielo le dice suspirando el aroma de las flores, lo hare por ti, mi hogar, mi fuerza, mi vida, por ti Mixtli Ni mitz tlazohtla.

Tlayolohtli cumplió su promesa cada día, por el amor que habitaba en su corazón defendió la ciudad hasta llegada su hora, cuando finalmente Tlayolohtli y Mixtli pudieron estar juntos, mostrando que cuando el amor es real, puede ser la mejor arma contra el mal que logra romper toda ley y trascender más allá de este mundo.


< -- NeoSan -- >

  • Autor: NeoSan (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de septiembre de 2018 a las 20:18
  • Comentario del autor sobre el poema: Esta es una historia que lleva varias palabras de la cultura mexicana prehispánica, lugares, dioses, objetos etc, donde la historia es inventada y no es un acontecimiento histórico. La historia es pura imaginación. Mixtli: Nube Tlayolohtli: Corazón de tierra Tenochtitlán: lugar de tunas sobre piedra, ó México-Tenochtitlan era la capital del imperio mexica (también conocido como Azteca). Ehécatl: Dios del viento Quetzalcóatl: Dios, serpiente emplumada Otontecuhtli: Dios del fuego Tláloc: Dios de la lluvia Huitzilopochtli: Colibrí Azul a la Izquierda, Dios Azteca del Sol y la guerra Mictlantecuhtli: señor del lugar de los muertos Mictlán: Llugar de los muertos Tonatiuhichan: Casa del Sol, destinado a los guerreros muertos en combate o capturados para el sacrificio, así como para las mujeres muertas dando a luz por primera vez, que se consideraba como un combate. Técpatl: Cuchillo de pedernal Mixtli Ni mitz tlazohtla: TE AMO Triple Alianza: Alianza entre mexicas-tenochcas, tetzcocanos y tlacopanecas (Tenochtitlan, Tlacopan y Texcoco)
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 35
  • Usuarios favoritos de este poema: claudia07, Gisela Guillén.
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Comentarios3

  • claudia07

    Solo aplaudir tu arte mi niño Neo. Abrazos

  • Gisela Guillén

    Interesante tu escrito y significado de las palabras.

  • Mia Aragon

    JEJEJEJ, como me gusta leer esto mi amigo 12



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