EL FUTURO ME DEPARARÍA MIRAR CÓMO QUIEN ME GOLPEÓ GOBERNABA

DEMÓDOCO

 

[Narraciones de Claustro Universitario y Extramuros Académicos]

Por Alberto JIMÉNEZ URE

Lupita Zanny, nueva Coordinadora de la Oficina de Bienestar Estudiantil (OBE) me llamó al teléfono de Prensa de la Universidad de Los Andes para consultarme sobre qué podía hacer para motivar la creatividad entre alumnos de las distintas facultades.

-Albert, amigo: ¿qué me sugieres? Me propongo destacarme en mis funciones.

-Crear un Concurso Anual de Literatura, que premie el talento de los jóvenes –le respondí, rápido-. Gustará y tendrá mucha participación. El premio consistiría en la publicación de un libro que compile los textos de quienes sean galardonados en los géneros «Poesía», «Narrativa» y «Ensayo».

-Qué maravilloso, me emociona esa idea: pero, serás Jurado Vitalicio. Presidente de quienes sean nombrados, año tras año.

-Ja, ja, ja: ¿vitalicio? Tal vez dos o tres veces, Lupita.

La OBE anunció la apertura de la primera edición del certamen. Los estudiantes debían consignar, en el Edificio Administrativo, donde estaba el despacho de Zanny, tres copias de sus textos con seudónimo. En sobre aparte, cerrado, sus datos [nombre, facultad donde estaba inscrito, cédula de identidad y título del trabajo presentado]

Una mañana caminé por el pasillo frontal de «Prensa Institucional» cuando vi un conocido directivo de la Federación de Estudiantes Universitarios (FCU) Por su mirada, deduje que me esperaba en la escalera con una carpeta. Era Tarecvsky Exi Assiami. No me saludó, sólo extendió su brazo izquierdo para entregarme un folio y plica.

-Mira, Albert –expresó en tono dictatorial-. Ahí tienes tres copias de mi cuento y el sobre. Coloqué mi verdadero nombre a lápiz, borrable, para que no te confundas. Necesito ganar el premio literario. Los diarios difunden una mala imagen de mí, dicen que soy «violento» e instigador de «actos vandálicos» contra personas, instalaciones universitarias y empresas privadas.

-Cálmate, Exi Assiami, musité-. Ojalá triunfes, pero no puedo conceder el premio a nadie que se identifique previamente: sólo formo parte de un jurado.

-¡No me jodas, maldito! Soy uno de los principales dirigentes estudiantiles, prémiame: no te arrepentirás!

Cuando intenté devolverle sus papeles me golpeó en el pecho e impacté, de espaldas, contra uno de los ventanales. El fornido custodio correspondiente al área del Rectorado, que escuchó sus improperios y miró el suceso, intervino para sacarlo de la edificación.

-¡Me vengaré, estúpido! –gritó señalándome con su índice derecho mientras era alejado por el cortés vigilante que tomó por la cintura al espigado y furioso.

Recogí las copias de su cuento y el sobre, que luego di al custodio para que se los entregase a Tareck cuando se calmara y regresase por ellas.

Divulgué el incidente a pocos compañeros del Rectorado, todavía abrumado. Pero, no trascendió porque nada informé al Rector. Desestimé mi derecho a denunciar al agresivo «líder estudiantil». Una semana más tarde, informamos sobre el ganador del concurso, que no fue Tareck.

En el curso de ese mes, una secretaria del área y la Directora de Prensa recibieron llamadas anónimas en las cuales amenazaban colocar una bomba en el Edificio Central del Rectorado si yo continuaba ahí como funcionario. Ello produjo zozobra. La máxima [y amiga]   «autoridad académica» me sugirió mantenerme alejado, que asistiera a todos los eventos culturales importantes que se realizaran en Caracas u otras ciudades en representación de la universidad. Funcionó para todos. Cesaron las «llamadas telefónicas intimidatorias»

Poco más de cuatro lustros, pasé a retiro estatutario y nunca dejé de tener noticias sobre Exi Assiami. Ha ejercido funciones de Vicepresidente, gobernador y ministro, entre otras irrevelables, en mi devastada y todavía tiranizada república […]

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  • Autor: DEMÓDOCO (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de julio de 2018 a las 08:26
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 32
  • Usuario favorito de este poema: Anton C. Faya.
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Comentarios1

  • LUIS.RO

    Atropello de poder que duele leerlo.
    Saludos.



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