Algunos días,
recorro incesantemente mi cuaderno
muy curiosa, sabiendo que al leerme
asimilo lo que aprendo.
Me estudio y me analizo
luego de cada salto,
más que nada si fallo,
para buscar la raíz del error
y así perdonarme por no haberlo notado.
También me alegra los sentidos
permitirme hacer esto
cada vez que dudo o desconfío
de cómo me estoy desenvolviendo.
Intento evitar que mi ego tome el mando
porque, algunas veces,
segura de tener razón,
es mi propia intuición la que advierte
que solita me estoy engañando.
Y ahí, vuelvo a recorrerme,
admitiendo mis pensamientos más oscuros,
no para iluminarlos falsamente,
sino porque sé que si los desmenuzo
accedo al sentimiento más puro
que moviliza estas energías
las cuales, a simple vista, son malignas.
Pero el sentimiento es noble,
sólo que le faltó atención
y se transformó en algún tipo de rencor.
Empiezo de nuevo, cada mañana,
como hacía durante la infancia,
cuando, avergonzada de mis caprichos y crueldades,
me prometía que, a partir de ese día,
jamás los repetiría.
Tenía buena intención,
pero carecía de conciencia,
ya que, apenas me distraía,
el egoísmo otra vez inundaba mi esencia.
Gracias a eso, hoy entiendo
que no se trata sólo de acumular sabidurías,
ya que estas son en vano
si no se las aplica un poco cada día.
-
Autor:
sofitruqui (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 25 de julio de 2018 a las 17:47
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 22
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.