Se ciudad, se espejo.

Kleber Exkart

Te he visto reflejada en los espejos

de los ojos de todos los que

instintivamente me miran, me desnudan,

me persiguen, me inquieren.

Son espejos centrífugos, cóncavos y convexos.

Puedo sentir sus frías láminas de plata o aluminio.

Calidoscopios gigantes que reflejan

los claro oscuros de tu mirada penetrante

que como lanza me aguijonea

buscando la manzana, el fruto prohibido.

Son espejos mágicos que reflejan

las luces de las libélulas que pululan

la ciudad como pequeñas antorchas

enjutando los charcos de llanto

de los amantes alineados

a la otra orilla del paraíso.

 

No es suerte que hayas aparecido

virtualmente Alicia, a través del espejo.

Estuviste desaparecida hasta

que te invento Lewis Carroll,

dejándote ver traslucida.

Eres el mimetismo de las mujeres

que calientan su bolsa virginal

en astillas de enebro, que plantan

su semilla en el árido desierto

y cosechan higos dulces,

vid, olivos, aromas y argán.

 

El azogues de tus espejos diluidos

en mercuriales sonrisas

levantan mis veleras.

Me guio por el sextante para

planear mi llegada a la

otra orilla de tu océano.

Se que grávida levitada por

el unicornio de mis deseos

como la Sulamita, estarás

vestida de lirio. Tus versos lograran

la conversión del desposeído

y seré dueño de la viña,

el amante esperado y deseado.

No abra en tus espejos ningún

reflejo de la huella del tiempo.

Intemporal abrazaras a todos

los hombres de la tierra

fingiendo ser madre, fingiendo ser pura,

fingiendo ser casta hasta derruir

mi semilla sarracena, mi semilla indígena,

mi semen mestizo. Habrás fundido

tu piel nívea en el oscuro horizonte del nigromante.

 

De piel, de huesos,

de músculos, articulaciones.

De barro sucio y polvo cósmico.

De relleno espiritual, mitos,

elucubraciones, santerías, esoterismo.

Eres figura post diluviana

enmarcada en grabados y relieves.

Tus reflejos azogados vuelcan

las láminas de un mundo difuminado

por una historia contrapuesta en aguas fuertes.

Perdí tu rastro en

algún momento de la historia.

Te quedaste prisionera en los

conventillos sacrílegos de tus dueños.

Dijeron que eras Roma.

Luego te llamaron Alejandría

y te dieron nombres prestados

para que vivieras vidas ilusorias.

No eres mas de lo que ellos

han querido hacer de ti,

una muñeca de la historia;

reflejo lumínico que ha llegado

a retractar su vientre para

acogerme en su vasija útero;

despojo de vida de 6 mil años

de historia que desandaré en mi memoria.

 

Hoy los alacranes han salido a las calles.

Llevan levantados sus emponzoñadores como artilugios.

Las mujeres de la ciudad vestidas

de satines y sedas danzan en bares y plazas.

La ciudad es una algarabía de seducción.

Los proxenetas y pederastas

con panderetas y largos pitos

se han apostados en las puertas

de las iglesias para llamar

a las vírgenes a la orgía de Delfos.

Las luces están en lo alto,

desde el cerro Santa Ana,

bajan como una larga cabellera

lúdica por el malecón de la ciudad

y toman el camino de la ría

hasta perderse en la noche

buscando el manglar

donde desovar su preñez.

 

Es Guayaquil, la ciudad más lírica

donde se sorbe la poesía

como una jarra de cerveza.

Donde se junta la palabra para

la construcción y des construcción del verso,

del soneto, de la realidad apabullante

que te obliga a desoír la conciencia

e inventarte a ti mismo,

porque sientes que esta des construcción

solo te llevará a ser uno mas del montón

y te resistes porque sabes

que los espejos de la ciudad

te estarán proyectando una

y otra vez en las miles de cámaras

que como ojos de luciérnagas

pasan su vuelo rasante

sobre tus espaldas cargadas

de los sueños ajenos.

Se ciudad, se espejo.

  • Autor: Kleber Exkart (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de julio de 2018 a las 17:21
  • Categoría: Surrealista
  • Lecturas: 13
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