Ley de Tempestad (Parte II)

Marcela Miranda Rodríguez

La misma sangre que corría ayer por mis venas

hoy sale expulsada por la flagelación.

Esta realidad física parece calmar mis penas, 

ya que es mejor que lo que existe en mi imaginación.

 

No siento el dolor emocional;

el angustioso rosal

que en mi mente habita

lentamente se marchita. 

 

Y de la nada,

me convierto en nada.

Y de tal modo, 

dejo de ser un todo.

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