Ardiente Ruiseñor

Kleber Exkart

Cuando decidí quererte,

la inercia había tocado mi palpitante corazón.

Me llamaba a su jolgorio

de besos gélidos y caricias inerte.

El simulacro de enamorarme no tenía razón

todo me parecía vano y transitorio.

 

El traje mortuorio de otro amor

yacía sobre la fría lapida.

Las campanas repicaban dolor,

los cirios lloraban a la intrépida.

 

El augusto y valeroso enamorado

ausente de deseo y magnánimo

con templanza en avatares lo había dado

todo. Exhausto moría sin ánimo.

 

Este verano es mas frio de lo habitual

me abrazan sus espadas hondamente.

Son días en que todo me da igual

yendo tras tus recuerdos como un demente.

 

El tiempo lo empolva todo

La vieja casa, el viejo molino.

Han quedado los zapatos rotos con lodo

Y el tocadiscos que era el trino.

 

Has pasado de ser la señorita

a convertirte en la señora

y aunque no estés para cita

tus carnes siguen siendo pólvora.

 

Me decanto en el bucle de tus cabellos

y quiero hacer trizas los protocolos

no importa que no estemos solos

mi arrebato es besarte. Allá ellos.

 

Dirán que soy un libidinoso

que junte deseos con rezos.

Siempre he sido hombre amoroso

que del amor conozco sus aderezos.

 

Y si por quererte he de pecar

que el cielo juzgue mi amar;

no siempre en las historias de amor

debe morir el ardiente ruiseñor.

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