UNA LUZ...

La razón se volvió noche,
al despuntar la mañana.
El sol quedó congelado.
La arena se tornó fuego.
Y el aire era tan espeso,
que cubría todo el cuerpo.

Donde está la compasión.
Donde fué la dignidad.
Donde quedó la conciencia,
que reclama humanidad.

Gemidos suenan día y noche.
Y sus lastimeras voces.
Gritan sin voz a la tierra.
Que porque no los acoge.

Sus cuerpos cuelgan inertes.
como mangas de un perchero.
La piel pegada a los huesos.
Pergaminos desompuestos.
Manos que apenas sostienen,
la levedad de sus dedos.

El tirano en su atalaya.
Observa impasible el reino.
MIentras la hambruna desbasta,
a su famélico pueblo.

Rodeado de riquezas,
Prebendas y privilegios.
Lameculos y serviles.
Murmuradores y necios.
correveidiles e inútiles.
Lacayos de comidillas.
Mandamases de cemento.
Halagadores de oficio.
Pensadores de lo puesto.
Próceres de medio pelo.
Mira con indiferencia,
Lo que pueda hacer el resto.

Y en su poder sumergido.
Como en el fondo está el cieno.
Ajeno vive de espaldas,
a la hambruna de su Pueblo.

Sobre el camino ha quedado.
Convertido en un desecho.
Un precioso ser humano.
que desconoce el consuelo.
Los recursos de su tierra.
que nacen en el subsuelo.
Arrebatados por otros.
Esquilmados por ajenos.
Someten a la indigencia,
a la ignominia y el miedo.

El mundo mira hacia arriba.
Mientras debajo se arruinan,
tierras, mares, aire y vidas.
Quiere conquistar el cielo,
olvidando donde pisa.
Y absorto en su necedad.
su propia vida fulmina.

Una luz queda patente.
que entre los hombres tilila.
soportando la ruindad,
de los que intentan fingirla.
Corazones de nobleza.
Almas grandes y sencillas.
Pensadores y poetas.
Escritores y artistas.
Empujando hombro a hombro.
Para que la luz persista.

A. L.
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