Manos asesinas

Dicentra

Soy tuyo desde que te inhalé por vez primera,

tú nunca serás mía aunque te marque.

Por entre tus bosque me pierdo

y en tus océanos me sumerjo.

 

Cuando el frío azota la galaxia

tu azulado manto me cobija,

¡Qué deleite! Calor de dócil manceba,

refugio de ente execrable. 

 

Con jadeos que nada tienen de plácidos

a mi existencia ruin prolongas.

¡Oh, has amado al verdugo

que sólo en ti busca noches de complacencia!

 

Idílico es mi viaje por tu figura imponente,

la recorro con ansias banales.

Mis dedos en frenesí todo tocándolo

y mi exaltada boca que busca camino a tu cuello.

Quiero sentirte, quiero tenerte. 

 

No objetas, te abandonas a mis manos,

impuras, manchadas... manos asesinas.

Sus caricias de desventura

 excitan momentáneamente

mi notoria animalidad.

 

En una humanidad perdida confías,

¿qué soy entonces?

Sólo carne y huesos indolentes

que suscitan sollozos de pecado en una mejilla virgen.

 

Mi fortuna es tu languidez

y aunque te quiera, amante febril,

el oro enciende más mi llama.

 

No me eximo, sin embargo, del destino.

De ti procedo, a ti vuelvo,

y aunque mi amor sólo fue homicida

hoy tus piernas me sirven de lecho,

cuando el alma extraviada

se despoja de mi cuerpo.

 

  • Autor: Dicentra (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de mayo de 2018 a las 22:03
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 22
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