¡Hay Pobrecita!

Felix Miguel Acevedo Baron

Se hacía de noche, el reloj marcaba las 9:12 cuando de repente el chico de los poemas sacude su mente, no había deriva de sus esplendidos términos. Chateaba con el amor de su vida, su confidente entre lucros.

Hubo una batalla literaria, mientras la pluma de la mujer emprendía, el debate soberbio abrumó al joven poeta. Se pasó de canto. Mientras el sonido de los versos arrollaba a la mujer. ¡Pobrecita mujer! Exclamaba a gritos el joven.

Quiso ir en rescate, pero su orgullo no lo dejaba. Pobrecita en antónimo y recuerdos fortuitos quedaron borrados. Rica era el dulce romance que se tenían, celos abstractos sentían las ligeras letras.

Se comían en una lujuria, que hasta los versos resonaban de pie y caían en sus labios. Quisiera volver a escribir con ella un cuento, nadar en los poemas y soñar en un mundo mágico. Esperaría ese día, esperaría que las letras se volvieran realidad y la pobrecita mujer me pueda perdonar.

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