* La historia sin final

Wellington Rigortmortiz



 

En su ser puro, real,

los elementos

miraron crecer,

y miran morir

a los hijos

del sol y la luna,

los papiros de la historia

ensangrentados y gangrenados,

cubren la conciencia

indiferente del tiempo, un dolor

inocentemente cruel,

calla sus posibles rencores, ira,

frustraciones, temores y dudas;

el viento y el mar,

sobre su liquida piel

desde el vejo continente

trajo consigo a tierras vírgenes

seres ignaros, mediocres entes,

asesinos, llenos de codicia,

de maldad, imbéciles almas

carentes de todo buen sentimiento.

 

Estúpida “cultura” foránea

impuesta por la fuerza,

condiciona nuestras vidas,

malditos

fantoches del conocimiento,

a su imagen y semejanza

nos moldearon a un destino

ajeno para nosotros, incierto,

corruptor de almas;

reemplazado por la fuerza

con muertes, barbarie, dolor

y llanto fue nuestro real Dios,

con sus complementos,

por uno de mas poder

que impone su voluntad

y toda su autoridad a través

de sus crueles hijos,

nuestro desplazado Dios,

en alianza tubo que someterse

a los designios y caprichos

de ese nuevo Creador

que promete resurrección,

solo de esta forma

nuestro desplazado Dios

jamás nos abandonaría,

y hasta hoy en día,

misericordemente con cariño

a escondidas nos da la vida

y cobija nuestros cuerpos

en la muerte, entendiendo

todos nuestros rituales

de agradecimiento consolando

nuestras lastimadas, ofendidas

y despreciadas almas,

…los papiros de la historia

ensangrentados y gangrenados,

cubren la conciencia

indiferente del tiempo, un dolor

inocentemente cruel,

calla sus posibles rencores, ira

frustraciones, temores y dudas.

 

Estúpidas

seudo culturas foráneas,

condicionan nuestras vidas,

los nuevos hijos del tiempo

son un asqueroso híbrido

sin alma, sin sentimientos,

sin esperanzas,

carentes de certezas, de identidad,

un dadaísmo de irrealidades

tan superficiales como sus vidas,

tan tristes como sus pasados,

los mismos

que ocultan con vergüenza,

siendo estos su verdadera

y única vestimenta, aquella

que por mas disfrazada que sea,

todos pueden verla, sentirla,

presentirla, incluso respirarla,

porque es simplemente, la sangre

de nuestros primeros padres

y hermanos, derramada, sufrida,

humillada, que hasta hoy en día

se vierte para darnos confort;

…maldita conquista!,

malditos conquistadores!,

y malditos conquistados

por la mediocridad,

la superficialidad,

por la indiferencia,

malditos los nuevos hijos,

bastardos de esta nueva era.

  • Autor: Rigortmortiz (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de marzo de 2018 a las 20:37
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 61
  • Usuario favorito de este poema: larisadelesqueleto.
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