Atardecer y amanecer

Rodolfo Guevara

Llega la hora que dejas la tierra,
donde tus primaverales ojos,
irrigan de verde las arterias del prado.
El niveo matiz de tu piel,
tersa de blanco las hortensias.

 

La tarde se viste de silencio,
como los nidos en invierno,
tu voz como acordes de una guitarra,
mumura dulcemente una copla,
adormeciendo el último compás del día.

 

En la noche eres el más bello lucero,
hilada y luciendo en un collar de estrellas.
Son tus pómulos cascadas de blancos cometas,
cirios que alumbran el eclipse de tu boca,
el cerrojo del cofre de tus lunas llenas.

 

Desde la azotea de mi amor te bebo,
tu centelleo gotea una sed en mi retina.
Como cómplices luciérnagas,
renacen estos versos en una estrella fugaz,
que repunta de nuevo hasta tu cielo.

 

Llega la hora en que dejas el cielo y
tus primaverales ojos, encalan de nuevo el prado.
El niveo matiz de tu piel, tersa de blanco las hortensias,
tu voz, acordes de una guitarra entonando una copla,
declama mi poema para ti... en cada nuevo día.

  • Autor: GueRod (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de marzo de 2018 a las 09:42
  • Comentario del autor sobre el poema: Vuela esta canción a través de la distancia, a tus oídos... a tu ser... a tu alma..., es un ave que emigra hasta tu corazón, para descansar allí por siempre, esperando al ave del siguiente día, con un nuevo plumaje y canto.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 30
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