La noche de fernando

Petronito

La alegría, la nostalgia, la sonrisa exacta y la ironía, el bendito hasta luego y el maldito adiós, la piel, las mesas, los vasos y los pitillos, la punta de los dedos y el trigo se apoderaban de esta aglomeración de sensaciones reunidas en un espacio de alrededor de 22 ideas erróneas y 14 correctas, Tan correctas como esos labios, como esa sincronía de natural forma entre belleza, color y dulzor.

Este lugar tan azul como un cielo montañoso de agua que se balancea hacia ese revuelto y placido momento donde Fernando no es solo una compañía, es la simbolización de la realidad que abarca una supuesta realidad de una o dos sonrisas reales.

Verídico como esa luna que se estrella y traspasa esas nubes de techo de esta exageración de columpios, de Fernando, de negras, de esculturas y de flores en el pecho.

Armonizando el dulzor de sus pensamientos sosegados a una realidad o a una muerte viviente, que estigmatiza la esencia de los ríos y mares, donde solo se navega por los techos de las raíces étnicas, pero que parece una buena idea ese naufragio porque el argumento más fino sin lugar a duda es la rotulación que con sus ojos hechiceros marca las “almas”, con un camino donde el verde y el azul no son suficientes para el incomparable fin de los cielos y océanos, con todo esto el parpadeo es el trasfondo de todo, de la esencia, la simpatía, por el puntual afán de vivir y desbordar los picos montañosos de amor y locura por el vino de las venas.

Universo donde se quiebran venas y copas, y los labios se cortan, las camisas y ropa blanca se manchan, se ensucian como un alma de dos que están en medio de Fernando y la negra estatuilla, estos cuerpos giran y giran o vuelan y vuelan como un globo impulsado por el aturdir de esos pétalos dorados que se elevan con sus indescriptibles verdades y omisiones de un negocio de árboles que dan frutos y es lo importante, sin que interese la trascendencia de su color y olor.

Y el salón que ya no estalla sino que se compacta como el cosmos que compartes, que compartimos, que comparto, que nos damos y doy y das…galaxia en el cual la característica más extensa y superlativa es el desencuentro entre el encuentro del amanecer de esa dulcísima alma y el anochecer de las sonrisas que habitan en la bodega del querer ser.

Desencuentro de noches y días que refleja los más bellos arreboles, los ojos oscuros y claros, los labios, las mejillas, el trigo y la terrible adicción de ese rayo de luz que brota debajo, adentro o encima de sus labios, esa sonrisa que desafía e irrespeta el miedo.

Hperafan.

  • Autor: Petronito (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de marzo de 2018 a las 12:06
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 24
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