* LA CRUELDAD DE LAS MENTES INOCENTES (El signo de los tiempos)

Al inicio de los tiempos,

de mi tiempo,

…que mágico y astral

fue el profesar sin contemplar

todo aquello que es esencial

en el alma, en la vida;

tan arcano, tan delicioso

como percibir en los sentidos

todo el ambiente,

la pureza de los elementos,

su fuerza, su sonido, el aroma,

cada uno manifestándose

a su manera y carácter

ante tan indefenso ente,

cada uno mostrándose

en un solo ser,

en una bella matrona,

que devastando

toda mi naturaleza

me desnudo el cuerpo,

el alma y la mente,

cuan indefenso soy

ante el poder de su inocencia,

inocencia de amor y dolor,

inocencia proterva, cuan grande

e insignificante soy

al interior de su mente,

de sus pensamientos,

cuan amado y odiado soy

al interior de su corazón

amalgama de frío y calor;

tan deliciosa es mi paranoia

que llena de dudas y temor

seducen al amor,

erotizan al dolor,

rendida la soledad

se entrega

a los deseos mordaces

del silencio, del tiempo,

solo el llanto lava

toda catacumba

que la distancia cava

como emulando tumbas

para que reposen los sentimientos,

hoyos miserables

que para mi solo son

obstáculos a rellenar;

inexistente es el mal en mi,

inexistente en ella también,

pero nos cobija bajo su cruel

y manipulador manto,

que sin darnos cuenta

cada uno rasga esa ridícula vestidura

que mutuamente nos otorgamos

pensando equívocamente

haber o estar haciendo

lo correcto,

inocentes aun de todo y nada

desnudos bajo la luz de la luna

las almas se purifican del cuerpo

mientras en una mirada,

en muchas caricias

y en un calido abrazo

comprendemos cada error

y nace el perdón, lenguaje,

que solo las criaturas

nocturnas entienden

después de romper el silencio

con gemidos líricos

que santifican el sonido armonioso

y el aroma desquiciante

de la lluvia, el viento y el mar.