Somos un juego de distancias;
cuando te alejas, en el mismo momento
te posas al lado de mi alma
y siento muy cerca el ardor de tu lejanía.
Entonces odio verte distante
y busco no quererte a mi lado,
pero estás en mí, y mientras más te alejas,
más te sigo.
Otras veces, cuando estamos cerca;
no distinguimos ni la prisa ni el tiempo;
tus ojos revelan la dulzura que guardas,
mi corazón baila al compás de tu besos,
y hasta nuestros pensamientos
menos sensatos se hacen uno.
Incluso así, mientras encajas en mi pecho
y te acobijo en mis brazos
te siento muy lejos, con la voluntad ajena,
y el corazón divido.
Mario Dager
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