El cielo despejado
bajo un sol abrasador.
Las carnes moviéndose por la calle
llegando tarde a algún sitio
tiraban su mirada sobre ti con desprecio.
Entonces nos encontramos
a la mitad de ese tránsito salvaje
quise pensar que nos miramos
quise continuar con mi viaje.
Tus ojos no me devolvieron ese brillo
no pude descifrar el mensaje
curioso es, que la muerte tiene su lenguaje
otra vida ya se alimentaba de tus ojos, amarillos.
No emitiste sonido alguno
pero dijiste "tómame" y te tomé
pude sentir el asco de las carnes, de todos ellos y ninguno
"que les jodan" me dije y avancé.
Discurría por la calle triste
el sol no mostraba clemencia
tu muerte, aún fresca
tu belleza, de esas que no existen.
Quizá me invadió la demencia
no podía soportarlo
esa belleza imposible, perdida
en este lugar, lleno de carencias.
Llegamos al jardín y lo supe y lo supiste
que mejor trato en mis manos de artesano
hacer de ti esta pieza, de lo que fuiste
y ofrecerte sepulcro, hermano.
Vuela alto, vuela y no vuelvas
déjalo en mis manos,
que tu canto y tu plumaje
queden así inmortalizados.
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Autor:
Saturno RC (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 8 de marzo de 2018 a las 00:19
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 36
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