Pulsaciones del espacio

Jose Honorio Martínez Ochoa

 

1

Cuelgo los collares

en el llanto

como huellas submarinas de rosas y mortajas

Como lunadas joyas

el beso nos revela la vibración del cielo

es la hora

del apetito facultado de mis párpados

Eléctricos zanates vuelan deshojando el tulipán

de la infinita memoria

Mar

agua paciente de un sigilo en los muslos

llevan la corriente del sustento de la vista

quieta y acuchillada por el sueño

El viento evade el ejercicio de palmeras

y el azul de unos labios despierta la geometría roturada

de una pulsación fugaz de la caricia.

 

2

Enmarcada por el desmoronamiento del sol aborrecible

tueste el limón de su vientre

expuesto a la arena sentenciada por el hacha del tiempo

Desde los estíos

el mar

simplemente gime

aquí y allá y en mi primicia

tiembla en su sollozo

Orbité sin acento en los manzanos tajados

por el halo oculto de la galaxia

Me hago en mil mendrugos

soy arcilla

un pedazo de infinito

una ola rota

un cuerpo de escritura

nada más.

 

3

 

Tienes las palabras como cuchillos

que cuando cantas

me clavas con tu voz

Tus gestos de flor son el aliento del ramaje

vertical del cuerpo

que a la postre desfila en la paciencia herida

¿En qué momento es necesario tu canto?

Pregunto a esta horas

en que existe una cubierta de hormigas

en la planta

y que las aguas que esgrimen el arma blanca de tu voz

exterioricen el canto que golpea la noche abandonada.

 

4

 

La azucena es el candor de la soledad

En la colina se revela la lluvia del vicio blanco

En esta latitud se concibe el secreto de una infamia

Una azucena desordena la proximidad del azul frío

Un aire almidona la sonrisa de una hoja

fumo un bosque encendido

donde la serpiente liba con la nube

y solo un pañuelo se tiñe

con el motín de azucenas blancas

donde los dedos podan el olor celeste

El poema recobra el verso

con su palabra

del iracundo incendio de la voz

Luces de encarnación aguardo

en mí mismo

tiempo unánime

del viento a la deriva.

 

 

La azucena arde en el espacio del sollozo lento

y hallo el sendero

donde rebordea el galope de la tristeza imparcial

Pon unos labios

pasa el perfume de la luna

antes de que goteen mares

Los grillos pululan y rastrean la noche

Aguarda el plenilunio de la siesta en la esquina de las arañas cansadas

Aquí estamos y las horas son extraordinarias

Ahora la montaña airea una granada de encono en tu ausencia

Corroboro tus pasos hacia la ansiedad de las alturas

La simpleza se amarra a la paciencia y prosperan los acentos de una voz de fuego.

Garzas sobre el agua salobre

Encallada blancura en el estero azul

Camino de aire sobre los párpados

Inmenso mar de harapos escondidos.

6

En el monte se refleja el espacio intergaláctico

Las luces del horizonte

ascienden a los encuentros flexibles en que mi voz

se enredaba en los atardeceres

con espejos y verdores sobre un abismo

Amo la luz sin ornatos prolongados

que señalan puntualmente los rieles de la bestia

Los horizontes se atan al pie de los fruteros

en el encuentro lunar de su albedrio.

7

pulsaciones en el espacio geométrico

Estrella giratoria en la primera lluvia de ternura

Acecho ese rostro

y en la mañana

el viento crece por el prolongado valle del recuerdo

con los aludes de una arquitectura

de arrugadas enaguas distraídas

Mares silbando al azar

y de paso se ordeña el azul polvoriento

Vengo sobre la grupa transitoria de la palma

El capullo es un invento de colores

Las plumas del pavo real

simulan el oficio dulce en un campo de amaranto

Extiendo el mantel del plenilunio

y reclamo la blancura del naufragio

Frutos en el río de la espuma ensordecida

Cantos de emoción con lamentos crepusculares

Tajadas de paciencia en el mediodía

Mudanzas de miradas

existencia de los renglones inconmensurables

senos en vilo debajo del eclipse.

 

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Comentarios1

  • migreriana

    En donde los silencios abren las puertas de alguna palabra retenida!!!



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