La flor y la pupa

marigiz



 

 

La Flor vivía cerca de un muro bien alto, color plomo.

Un día ella despertó sintiéndose hermosa

y mira que no era ni rosa, era una flor “despetalada”.

 

Cuando abrió sus pocos pétalos para ver

si estaba aquella luna,

que a veces rompe el cielo del día,

vio que algo nuevo sucedía:

había una cosa muy distinta pegada del muro.

 

Intentando verla mejor, hasta pidió permiso a una nube.

¡Y le dio un mareo!

La Flor no descubrió lo que era, pero yo te cuento:

era una oruga que fue a agarrarse al muro.

Ella la veía cambiar y transformarse

hasta que se convirtió en una pupa.

 

La curiosidad de la flor

era mayor que la de cualquier edad

y crecía día tras día.

 

Siempre que la Flor la miraba,

imaginaba que cuando la pupa abriera,

de adentro otra flor brotaría

para hacerle compañía.

 

La Flor empezó a rimar el amor,

y ya no vivía solo su propia vida.

 

Te cuento que alguien pintó el muro,

cuidando de no manchar la pupa,

con varios arcoíris

y muchas flores de vivos colores

para llenarlo de alegría.

 

El día siguiente estaba radiante.

Una Mariposa salió de la pupa

en la que vivía apretada

y desplegó delicadamente sus alas,

sin hacer ningún barullo.

 

 ¡La Flor no se lo creyó!

Pensó que era una flor que volaba

tal vez una especie no catalogada.

¡Qué cosa! Ella estaba enamorada.

 

La Mariposa la vio y casi todos los días pasó a visitarla

y la Flor aprendió que el amor es como la Mariposa:

va y viene, muchas veces vuelve,

o vuela, de una sola vez. 

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