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Juan A. Cisneros



No me siento de algún lado

ni de aquí, ni de allá,

ni de los suburbios, ni de las plazas,

ni de los mercados o las casas (de mis amigos)

 

Qué hago

si este cuerpo que mi madre me adjudicó,

no se aproxima,

¿no hace el llamado que los ojos hacen a las almas?

 

Cómo despojarme

esta sensación

de obscuridad,

vacío y sombra.

 

Cómo recuperar la edad perdida,

la edad injustificable

hoy por hoy, ¿irredimible?

 

Escoger el más limpio espejo,

deshacerse de las fotos actuales,

volver al vientre materno

aunque sea por unos instantes,

leerse todas las fábulas infantiles

y omitir la poesía infame,

decidir entre la verdad y el hambre.

 

O mejor aún.

Comerse silenciosamente

toda la verdad.

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