Llora el gobierno a media asta.
Ha muerto un Hombre
a ciento veinte kilómetros de una entrevista…
Y desde la mañana hay conmoción;
Porque poesía poseía un discurso único
(aunque de más cruces que flores).
Fue creador de artefactos tales como versos
para peces –nada solemnes–
Y ciento tres cancioneros masivos.
Después de su muerte, ocurrida afuera de un ataúd,
con irreverencia declaró “cosas” sobre la reina…
Y uno que otro político occidental.
Sin embargo, todos… Genios y poetas;
físicos y presidentes;
Ciudadanos y autoridades…
Andaban echando las narices por la boca
durante su funeral.
Fiel a su nombre, no muere en extremo;
puesto que deja: una cordillera de marcas;
libros para leer en un viaje en la montaña rusa;
y, en mayor medida, una transfusión singular…
De imaginación, que le faltaba a este mundo
para celebrar los duelos
sin suspender el baile ni por un minuto de silencio.
Comentarios1
¡Excelente!
¡Muy Original!
Te agradezco el deleite, de ver algo distinto en este portal. La prosa y el arte tuvieron un idilio en su poema. Una palabra más, delicioso.
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